La anciana, de 97 años, falleció de un aparente paro cardiaco en el hogar en Cupey donde era cuidada junto a su esposo Prudencio Feliciano.
«Ella estaba bien de salud; había perdido la visión y no reconocía a papi, pero se sentía bien. El que estuvo un poco malo fue mi abuelo, que estuvo hospitalizado durante 50 días», dijo su hija Michelle Feliciano a El Nuevo Día.
Chenchita, a quien Rubén Blades le compuso una guaracha que Cheo estampó en el elepé Mi tierra y yo, fue ama de casa y siempre estuvo pendiente a los quehaceres del hogar y a la educación de sus dos hijos.
Prudencio, cuyo oficio era la carpintería, trabajó duro por su familia. Cheo creció en la calle Guadalupe del Barrio Segundo de Ponce.
«Papi está muy consternado y mi mamá también. Esto nos ha tomado por sorpresa», añadió Michelle.
Los restos de doña Chencha estarán expuestos a partir de hoy, a las 3:00 p.m., en la funeraria Jackie Oliver de Ponce.
El sepelio se verificará mañana, en el cementerio civil de la calle Victoria
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