Rudy Pérez: Un hombre para la música

Tota

El idilio de Rudy Pérez con la música data de cuando tenía apenas 3 años en Cuba. Que la ama es decir poco: la respira, es el latido de su corazón, su pasión, parte de su ser y su familia.

En esencia, para Pérez, vivir es música. La filosofía de este compositor, productor y cantante cubanoamericano sobre lo que hace falta para triunfar en el giro musical, consta de tres frases que el magnate Quincy Jones le comunicó personalmente: «La canción, la canción, la canción».

Pérez, de 42 años, ha producido recientemente tres grabaciones candentes: el primer disco en español de Christina Aguilera, Mi reflejo; y el disco Eterno, de Luis Fonsi, con el éxito Imagíname sin ti.

Este mes estrenó el disco con que el boxeador Oscar de la Hoya debuta como cantante, con 10 melodías interpretadas en español, entre las que se encuentra Ven a mí, y tres en inglés, que prueba que el talento de De la Hoya no está solamente en sus puños.
«Oscar toma muy en serio su carrera como cantante.

Estoy muy orgulloso de lo que logramos. El me probó que es sincero, y que esto no es sólo un capricho», dijo Pérez en una entrevista con El Nuevo Herald en su base de Miami Beach, que le sirve de lujosa residencia, oficina ejecutiva y estudio musical de alta tecnología.

También es un refugio para estar con su familia. Tiene cuatro hijos con su esposa Betsy Pérez, y una hija de 22 años de un matrimonio previo. Hace años, Betsy le dejó una carta en la puerta de la casa, en la que le decía a su esposo que ella entendía su pasión por la música, pero que su familia también necesitaba su presencia.

Hace unos 17 años esa pasión llegó a tal extremo que Pérez se tomó vídeos y su familia hizo lo mismo para poderse ver mutuamente, tanto era lo que él estaba viajando para establecerse como una de las potencias de la industria musical latina.

«Llega a tal punto que él casi nunca duerme», dice Betsy. «No sé cómo puede». Aunque estar casada con un productor de discos como su marido, garantiza que «no hay un solo momento aburrido».

La oficina privada de Pérez está «forrada» de álbumes de oro y platino, certificados de nominaciones y premios Grammy, además de elogios significativos recogidos en su carrera.

Entre los cantantes con quienes ha colaborado se encuentran Luis Miguel, Julio Iglesias, Olga Tañón, Christian Castro, Marc Anthony, Emmanuel, La India, Vikki Carr, Juan Gabriel, Roberto Carlos, y uno de sus mentores, José Feliciano. Todo esto, con sólo pequeñas dosis de sueño.

Suena el teléfono en su oficina, y es un agente tratando de «vender» a un cantante. Un hecho común ahora que Pérez se está estableciendo como el Caronte del crossover del inglés al español, con el éxito de las canciones de Jaci Velazquez, Christina Aguilera y De La Hoya. El espera que otras estrellas importantes sigan la corriente y se pasen también a las melodías latinas.

«Me encantaría llevar a Madonna al español, con fluidez, sin acento», dice Pérez, que es un perfeccionista.
Este año recibió el Premio Ascap como Compositor del Año y otro premio de dicha entidad como compositor y productor de las exitosas canciones del 1999 — Después de ti, del disco Lo mejor de mí, de Christian Castro; De hoy en adelante y Una voz en el alma, del disco Amar es un juego de Millie– también ganó el prestigioso Premio Dove como Productor del Disco en Español del Año, Llegar a ti, de Jaci Velazquez; y fue nominado como Productor del Año en los primeros Latin Grammy, entre otros logros.

Aunque la vida de Pérez parece mágica, no la toma como cosa hecha, y dice que a veces va hasta el barrio pobre de Miami en el que se crió después que vino de Cuba con sus padres, para mantener sus pies en la tierra.

Su padre era ministro religioso y rotulista. Su madre, ya fallecida, hacía ropa fina para canastillas. Pérez le atribuye parte de su amor a la música y a las artes en general a sus humildes pero creativos padres.

«Mi padre era tan pobre que me pintó un piano en cartulina para que aprendiera a tocarlo», recuerda él con afecto, y añade que, cuando era un adolescente, trabajó en ferreterías, gasolineras y como valet para comprarse sus instrumentos y amplificadores.

El estímulo de sus padres, su inclinación por la vida bohemia y su apetito insaciable de expresarse en la música, lo llevó a formar parte de una popular banda de los años 70 llamada Pearly Queen, que tocaba en fiestas y clubes de todo el país.
Finalmente consiguió un contrato de grabación con RCA, se ganó un disco de oro con su primer álbum, Rudy, y se fue de gira. En Puerto Rico, conoció al individuo que habría de cambiar su vida: el legendario Feliciano con quien colaboró en varios exitosos discos.

«Yo era un desconcido, pero él tuvo fe en mí», recuerda Perez. «Le dijo a los escépticos: `Si no pueden ver el talento de este muchacho, ustedes son los que estan ciegos´».

El incansable Pérez está trabajando ahora en producciones con Juan Gabriel, Alejandro Fernández y Pilar Montenegro, así como en el nuevo álbum en español de Jaci Velázquez. «Como productor, la producción no está terminada hasta que merezca que yo saque dinero de mi bolsillo para comprar la primera copia», afirma.