Nace en una humilde casa del tresero Valentín Cané, de la calle Salamanca 41, entre Ayuntamiento y Jovellanos, en el barrio Ojo del Agua de la provincia de Matanzas, Cuba. Luego de muchos ensayos se estrenan en una fiesta, en 1924, en el Parque Central matancero.
Los integrantes eran: José Manuel Valera (voz prima y guitarra), Juan Bautista Llopis (voz segunda y guitarra), Julio Govín (coro y guitarra), Domingo Medina (Guitarra), Pablo Vázquez (contrabajo), Ismael Goberna (cornetín), Manuel “Jimagua” Sánchez (timbalito), Valentín Cané (tres y director).
A partir de esta nómina inicial, sufren muchos cambios, causan baja unos y entran otros decisivos en el futuro del piquete, uno de ellos es Carlos Manuel “Caíto” Díaz. En 1935 ingresa Calixto Leicea, Humberto Cané reemplaza a su padre Valentín. En 1937 el genio Dámaso Pérez Prado ejecuta el piano.
Y el perfil definitivo lo alcanza en la década de 1940, cuando se integra como cantante de plantilla Bienvenido Granda; Severino Ramos en el piano; Pedro Knight, trompeta, que le hace la segunda a Calixto Leicea; Severino Ramos en el piano, quien se considera que crea y fija el sonido único del conjunto.
En 1944 Lino Frías ingresa en el piano, el trompetista Pedro Knigh (después esposo de Celia) y Rogelio Martínez, guitarrista y cantante. y lo sustituye otro coloso Severino Ramos. También pasaron por la agrupación Antonio “Musiquita” Sánchez, Rubén González (el de Buena Vista Social Club) y Frank Emilio Flyn.
Después del nombre de Tuna Liberal vino el de Sexteto Soprano y en 1926 Estudiantina Sonora Matancera, ya constituido como el mejor conjunto de Matanzas.
El 12 de enero de 1927 siete guajiros matanceros viajan por primera vez 90 kilómetros a la gran Habana. Se presentan muy encopetados con sombrero clásico de pajilla, traje negro y corbata, todo con mucha elegancia, como se exigía en aquellos tiempos. No imaginaban que al pasar de los años harían historia en su consagración musical con ribetes de leyenda y hasta de mito.
En 1927 el nivel musical en La Habana era fuerte, acontecía el primer gran Boom del son cubano con el despegue de los septetos como El Habanero y el Occidente de María Teresa Vera, la radio ya funcionaba desde 1922 y las grabaciones pululaban a través de la RCA y la Columbia.
Los músicos matanceros tuvieron que comenzar por la academia de baile Habana Sport (donde se bailaba con una dama por una moneda). Después pasaron por algunas sociedades españolas, el Club Sociedad de los 20 cabaret Eden Concert, alternando con la orquesta de Julio Brito.
La época de oro de La Sonora comienza con la popularidad de los conjuntos en la década de 1940, Cristóbal Díaz Ayala lo sitúa entre 1947 a 1959.
La Sonora se especializó en acompañar a cantantes cubanos y otros que visitaban Cuba. Bienvenido Granda (El Bigote que canta) fue a partir de 1940 su primer cantante de plantilla, con 25 años se convierte en un ídolo con aquella exquisita voz nasal que resultaba muy atractiva. Fue un éxito inolvidable: “A la orilla del mar” y sus muchas grabaciones lo colocan entre Los Grandes del Bolero.
En 1954 Estanislao Sureda (Laíto) sustituye a Bienvenido, visitan en 1955 Colombia y Venezuela con Celia Cruz y Alberto Beltrán. A su regreso lo sustituye en mayo de 1955 el Flaco de Oro, Celio González, quien cantaba los boleros como si el corazón se le fuera a salir. Aquellas grabaciones “Total”, “En el balcón aquel”, “Es mi súplica”, desmayaban en las victrolas a los románticos del mundo.
Celia Cruz comienza en La Sonora el 1 de agosto de 1950, tras vencer todas las discriminaciones raciales de la época. El editor de la disquera la consideraba “no comercial”. Grabó en enero de 1951 “Cao cao maní picao” y “Mata Siguaraya”, lo suficiente como para demostrar su talento y convertirse en imán de taquilla. La historia es larga y conocida.
Daniel Santos fue una leyenda en La Sonora, llega a Cuba en el verano de 1946; en 1948 comienza a trabajar con el conjunto y llega a convertirse en un verdadero fenómeno. Graba 86 canciones, muchas antológicas como “Bigote gato”, “Dos gardenias”, “Llevarás la marca”, “Y qué mi socio”, “Patricia”, “En el tíbiri tábara”.
Otros cantantes que grabaron fueron Nelson Pinedo, Carlos Argentino, Miguelito Valdés, Toña la Negra, Myrta Silva, Alberto Beltrán, Vicentico Valdés, Manuel Licea (Puntillita), Bobby Capó, Olga y Tony, Orlando Vallejo, Hermanas Lago, Alfredito Valdés, Rey Caney, Miguel de Gonzalo, Rodolfo Hoyos, Ismael Miranda, Chito Galindo, Johnny López, Carmen Delia Dipini, Mirtha Silva y muchos más.
¿Dónde está el secreto, la magia de la Sonora Matancera?
Haciendo una recopilación, un estudio de los investigadores y especialistas del conjunto matancero, a través del Dr. Héctor G. Bedoya, Helio Orovio, Ayala y otros llegamos a la conclusión de que fueron muchos factores que se conjugaron.
“Siempre he pensado -habla Orovio- que en la Sonora se consiguió una cosa mágica, un acabado, una perfección de todos los elementos de la música popular. Buena selección de los instrumentistas, los vocalistas y el repertorio.
“Buena parte del resultado final del producto sonoro se debe a los arreglos del matancero Severino Ramos. Sus dos trompetas muestran un ajuste perfecto, un empaste y acoplamiento no fácil de conseguir; tanto a dos voces como al unísono. El piano se mueve en acordes simples y fraseo muy melódico en los boleros y en sabrosos tumbaos soneros en las piezas movidas.
“El contrabajo realiza obstinados rítmicos en los boleros y guajeos constantes en sones, guarachas, cumbias y merengues. Las tumbadora lleva un ritmo fijo, estable, mediante dos golpes básicos.
“Los timbalitos ejecutan el martilleo, pero con baquetas, lo que imprime un timbre peculiar; el cencerro o campana de sonido agudo contribuye a la vivacidad en sones, guarachas y rumbas. Las voces del coro tienen un sello, con su segundo clásico, un primo brillante y el falsete característico”.
Ayala considera que tiene mucho que ver el genio sagaz de Rogelio Martínez, un músico discreto, pero hábil empresario que puso La Sonora a disposición de muchas estrellas de todo el continente. Ya eso entra en el campo del marketing, de la disciplina y el rigor comercial de la dirección del conjunto.
El 5 de julio de 1960 la Sonora parte a cumplir un contrato a México, después comienza una saga por todo el continente americano. En 1962 se presenta en el Palladium de Nueva York, y de ahí realiza numerosas giras por Europa y América Latina. Actuaron y grabaron con el conjunto Justo Betancourt, Welfo, Roberto Torres, Yayo el Indio y otros.
En la década de 1960 el sonido “matancerizante” sirve de guía -al igual de el conjunto de Arsenio y varias orquestas charangas como Fajardo, Aragón y Sensación- en la salsa latina, en nombres como Johnny Pacheco y Oscar D´León.
El 1 de junio de 1989, en su aniversario 65, se presentan en el Carnegie Hall y el 3 de junio en el Central Park de Estados Unidos. Estuvieron presentes especialmente Vicentico Valdés, Celio González, Alberto Beltrán, Nelson Pinedo, Leo Marini, Bobby Capó, Daniel Santos, Celia Cruz, Caíto, Javier y Elpidio Vázquez y su director Rogelio Martínez, entre muchos otros, para perpetuarse en la historia.
En sólo cuatro de sus músicos se contaban más de 300 años. En América surjen sonoras copiando a la de Cuba: México, Colombia, Puerto Rico, Nueva York y Venezuela: Coco, Alquimia, y en el renacimiento del son y la trova del Buena Vista Social Club, aparecieron en La Habana el Caney, Laíto -hijo y padre-, el Muzo y muchos más.
En Colombia existen muchos club de La Sonora Matancera, la “matancerización” es una enfermedad incurable y el máximo adicto, de Medellín, se llama Héctor Rodríguez Bedoya, que colaboró en este capítulo dedicado a nuestra Sonora Matancera, de Cuba y del mundo.
La Sonora, según opinión de C.D. Ayala, agregó por momentos otra trompeta, la tumbadora y hasta el bandoneón del argentino negro Joaquín Mora, nunca abandonó la guitarra típica”.
El colombiano Fabio Betancur dice que “posee una sonoridad internacional sin desnaturalizar sus raíces”. Orlando Mora considera a la Sonora como “una agrupación insigne del Caribe”.
Otro colombiano, Umberto Valverde, opina que “La Sonora es hoy día una institución venerada por los conocedores de la música. Son una vertiente magnífica de la música cubana, una de las mayores riquezas del siglo XX”.
Para Nelson Pinedo, “La Sonora constituye el fenómeno artístico-musical más auténtico y consistente de la música latina de todos los tiempos”.
La Sonora en este 2007 sobrepasa las Bodas de Diamante. Más de mil grabaciones con doce sellos disqueros, intervino en ocho películas y sus músicos visitaron 29 países. Se han escrito cuatro libros sobre La Sonora y la historia no ha terminado aún, la leyenda continúa.
© CARACOL S.A. Todos los derechos reservados.
CARACOL S.A. realiza una reserva expresa de las reproducciones y usos de las obras y otras prestaciones accesibles desde este sitio web a medios de lectura mecánica u otros medios que resulten adecuados.