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Estereotempo entre Tito y sus estrellas

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Hubo rancheras, rumba flamenca y hasta tex mex. Pero Puerto Rico abrió la noche y Puerto Rico la cerró con broche de oro. En el XIII Encuentro de los grandes, en el que Estereotempo reafirmó el lema de “sólo baladas, sólo en español”, la popular radioemisora hizo todo lo que estuvo a su alcance por presentar un espectáculo digno de su audiencia.

En una noche difícil, en la que todos tenían en mente el combate de Tito Trinidad, Estereotempo logró que al Coliseo Roberto Clemente acudiera numeroso público, aunque éste no se llenara a capacidad. Justo a las 8:45 p.m. los maestros de ceremonia Angela Meyer, Jorge Rivera Nieves, Braulio Castillo hijo y Pedro Juan Figueroa marcaron el inicio del desfile de estrellas que comenzó con la presentación de Lourdes Robles.

De entrada Lourdes rompió el hielo dando cátedra de su innegable profesionalismo. La cantante bailó con sorprendente agilidad a pesar de su avanzado estado de gestación.

Con voz clara y potente interpretó temas como Tuya y el difundido Lo odio. Mas su golpe decisivo en la tarima fue un mosaico de éxitos que incluyó Qué lástima, Miedo, Definitivamente y su clásico por excelencia Abrázame fuerte. Con este último Lourdes se despidió recibiendo la primera ovación de la noche.

Con los ánimos encendidos, la cantante italiana Laura Pausini le sucedió en tarima recibiendo la aprobación inmediata del público presente. Ciertamente la artista reafirmó con su presencia el arraigo que la balada italiana aún cuenta en Puerto Rico. Y reforzada por pistas musicales su interpretación de Se fue cerró en alto su participación.

De Italia pasamos entonces a la representación española con la presencia del cantautor Alejandro Sanz. Con el solo anuncio de su llegada, el pasillo central se llenó de fanáticas con cámaras fotográficas que hicieron lo indecible por retratar de cerca al popular intérprete. Con las pistas de Cuando nadie me ve, el intérprete inició su participación en la que recibió sonados aplausos para El alma al aire, Y,si fuera ella y el inevitable clásico Corazón partío.

Concluida la participación europea, México llegó al Coliseo en voz de Alejandro Fernández. Con su atuendo de charro, el mexicano hizo suspirar a un nutrido grupo de féminas que le gritaban piropos y hasta se las ingeniaban para colarse hasta la tarima para besar a su ídolo. Fernández las sedujo al son de éxitos como Si tú supieras, Loco, Agua de mar y concluyó moviendo caderas con coquetería al son de un cadencioso tema de influencia tropical.

Por su parte, Marco Antonio Solís regresó a suelo nacional para brindar su arte con verdadera dignidad. Acompañado de su orquesta, el buki mayor fue de los intérpretes extranjeros el que se ganó en buena lid cada uno de los aplausos. Del mismo modo fue él el de la participación más extensa, contando con la presentación adicional de Victoria; cantante argentina cuyo lanzamiento apadrina. Solís recibió un reconocimiento por haber donado las ganacias de su pasada presentación en Bellas Artes al Centro de Sor Isolina, y aunque su extensa participación le haya sido en momentos adversa, cerró en alto con la versión ranchera de En mi Viejo San Juan.

Cercana la medianoche, Puerto Rico retomó el control de este Encuentro de los grandes, con la presencia del juvenil Luis Fonsi. El carismático artista inició su ofensiva musical al son de temas como Dime cómo, Perdóname y Si tú quisieras. Luego de dar muestras de su potente voz y su registro impecable, el boricua le dio ritmo a su actuación al son de un enérgico montaje para el tema Me iré. Y a renglón seguido su dominio del baile se reafirmó con No te cambio por ninguna. Al recibo de una bandera monoestrellada, Fonsi la batió al viento y luego la apretó contra su pecho. Con su bandera en mano, le dio un nuevo giro a su canción dedicándole unas líneas al emblema nacional. A lo que posteriormente, el orgullo patrio se reafirmó cuando Pedro Juan Figueroa anunció que ya Tito Trinidad había tumbado a Vargas en la primera entrada de la pelea.

Ciertamente Fonsi fue un broche de oro para este acto. Y al igual que ha ocurrido en los espectáculos de otras emisoras radiales, su actuación contó con la fidelidad de una fanaticada que, a pesar de ya haber pasado la medianoche, y de que la pelea de Tito Trinidad estaba en mente de todos, no quiso dejarlo solo hasta el cierre de la actividad.

Ante ello Estereotempo se anotó un acierto con este XIII Encuentro de los grandes. El montaje de sonido y la elegante tarima de Mauricio Alvarez estuvo a la altura del evento. Las luces de Musique Xpress fueron desplegaron una excelente labor. Y en esta fiesta donde las actuaciones en vivo de algunos intérpretes se mezclaron con el uso de pistas por parte de otros (como ya es regla inevitable en este tipo de espectáculo), hay que concluir que entre todas las estrellas, Lourdes Robles y Luis Fonsi supieron sacar la cara por Puerto Rico. Y como representantes del país anfitrión de la noche supieron ganarse cada aplauso que recibieron.

Una nota queda para los fanáticos que asisten a estos espectáculos. Al momento de pensar regalar la bandera monosestrellada como símbolo de saludo a un visitante, hay que tener mayor discernimiento. Si bien es cierto que somos un país hospitalario, había que ver cómo luego de entregar la bandera de Puerto Rico a Alejandro Sanz y a Alejandro Fernandez, y de que ambos las mostraran a los lentes fotográficos, las dos banderas quedaran relegadas encima de los monitores luego de que las estrellas concluyeran sus actuaciones. En cualquier liga este acto “olvidadizo” sería una falta de respeto. Y más en México y España donde conocen muy bien lo que es el sentir nacional de un pueblo.

No vamos a entrar en los detalles del “olvido”. Aunque en el caso de Fernández, muchos recordarán el desplante que tuvo para una voz nacional como Lunna el año pasado, a quien invitó a su concierto en Bellas Artes y luego de ensayar, la dejó en el camerino vestida sin sacarla a escena ni ofrecerle una excusa por el desaire. Ante ello, es bueno que el público aprenda que el talento se puede premiar con aplausos. Pero la bandera de un país no se puede regalar por mero capricho… Y menos cuando no se la han sabido ganar.

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