
Consciente de que los melómanos de esta antilla holandesa prefieren el guaguancó, el son montuno y otras formas de la salsa tradicional, Gilberto respondió a sus expectativas con versiones más agresivas de sus éxitos. Santa Rosa comenzó con Pero no me ama, Conciencia, Yo no te pido y Qué manera de quererte, con la particularidad de que improvisó con inigualable ingenio sobre sus montunos, elevando a las curazoleñas a un éxtasis sin precedentes.
Las mulatas sudaron y movieron sus caderas con gusto. Sus rostros reflejaban una combinación de locura, gozo y placer. Como un ritual, cerraban los ojos, se mordían los labios y se alborotaban el cabello rindiéndole una especie de culto al sonero.
Gilbertito, cuya orquesta se escucha más acoplada y organizada desde la llegada del contrabajista Johnny Torres, está cantando mejor que nunca. Y aparte de su brillante y afinada vocalización, su fluidez para el soneo y la improvisación es inigualable.
Indiscutiblemente, será recordada como lo mejor de la jornada final del Festival de Salsa Curazao 2001, cuya apertura fue responsabilidad de las bandas locales: Arnell Salspach y GIO Fuertísimo, con Mr. Saap, cantante que, a pesar de ser presentado por los productores del evento como el “sonero mayor” de Curazao, no domina el género.
Sonero sí es el legendario maestro dominicano Cuco Valoy, conocido artísticamente como “el Brujo”. El fundador de Los Ahijados, primera agrupación afrocubana surgida en Santo Domingo, deleitó a la multitud que a las 3:00 de la madrugada permanecía inmóvil en el Festival Center de Curazao, con éxitos como Nació varón, Juliana, los sones Que gobiernen las mujeres, Pa´ gozar contigo y su merengue clásico El brujo.