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Los singapureses se relajan al son de la salsa

Tota
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La salsa se ha implantado con fuerza en Singapur, donde se multiplica el número de personas que recurren a esta danza caribeña para relajarse de sus ocupaciones cotidianas.

Cualquier acontecimiento musical que se convoque con el nombre de salsa encuentra un amplio eco en la población de la ciudad-estado, deseosa de ampliar sus fronteras culturales.

Según recuerda Gupson Pierre, director artístico del Attitude Dance Studio, “la afición a la música latina en Singapur comenzó tras el éxito de la ´lambada´, a principios de los años 90”. El primer país asiático donde irrumpió esta danza latina fue Japón, donde actualmente están algunos de los mejores conjuntos musicales del continente, como la Orquesta de la Luz.

Un año después del descubrimiento nipón del cálido ritmo, la salsa hizo acto de presencia en Singapur, aunque la “fiebre” estalló un año antes del fin del milenio. Fue entonces cuando la empleada de banca Fen Soh dejó de lado una prometedora carrera para lanzarse a crear el céntrico estudio Jitterbugs Swingapore junto al abogado y bailarín Lim Sing Yuen. Pero, como confiesa esta amante de las danzas latinas, el propósito que la mueve no es monetario.”Gano lo suficiente.

La verdadera recompensa viene de la satisfacción de haber creado un ambiente donde la gente pueda venir a bailar, divertirse y pasarlo bien, además de eliminar el estrés”, afirmó Soh. Sus ideas para el futuro incluyen la instalación de diversas salas de baile, el suministro de bailarines profesionales para fiestas, un programa de formación de profesorado y la venta de videocasetes. Los conciertos mensuales de salsa en el atrio comercial de una antigua iglesia anglicana restaurada en el centro de Singapur y “la fiesta latina” anual concentran gran cantidad de público. “Se crea un ambiente de verdadera fiesta”, afirma Rafael Ramírez, violinista del conjunto Combinación Perfecta, aunque los expertos en salsa quieren dejar claro que los amantes de la danza caribeña acuden para bailar y no para beber. “La salsa es un baile de la calle, sensual y apasionado, creado por gente sencilla que no se preocupan de la perfección de la técnica”, destaca Lionel Arraya, asesor de la sección de salsa y jazz del Jitterbugs. Pierre, que nació en Hawai y se educó en Canadá, y Arraya, que creció en Los Angeles, a donde emigraron sus padres desde Costa Rica, llegaron a Singapur cuando empezaba el interés por la salsa y comenzaron a enseñarla. “Al ser de una isla, comprendo a Singapur y el ambiente tropical”, afirmó Pierre, que sueña con poder dar un día el salto desde su estudio de baile a un gran club latino.

Quince de sus alumnos fueron seleccionados por segundo año consecutivo entre los 60 grupos admitidos para participar en el gran Concurso de Salsa de Los Angeles, algo que destaca con orgullo. Arraya, que comenzó a los 22 años a estudiar baile, comenta que “no me encontraría aquí si no existiera este potencial, además de que en comparación es más rentable que EEUU”.

Ahora enseña salsa y otros bailes latinos también a quienes no pueden pagarse las clases y viaja frecuentemente a Los Angeles para “actualizarse” sobre los últimos movimientos incorporados. Para ambos, la mayor barrera a la expansión de la salsa en Singapur es la costumbre asiática de “no tocar” el cuerpo del otro mientras se baila, frente a otros países donde los bailarines son más desinhibidos. “La salsa es una enfermedad saludable y, como comprobamos cada vez que la bailamos, no tiene cura”, concluyen al unísono.

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