
Pese a la llamativa oferta musical, que comenzó a las 8:30 de la noche con la intervención de la agrupación puertorriqueña El Tren, el anfiteatro –con capacidad para 4.000 personas– apenas se llenó.
Esto no limitó a las agrupaciones, que desbordaron su energía ante sus fieles seguidores, quienes se dieron cita, a pesar de los amagos de lluvia.
Comenzando con su éxito “Si tú me quieres”, Vivanativa exaltó los ánimos al interpretar un variado repertorio, impregnado de temas románticos y el cual se paseó por las vertientes del rock pesado y melódico.
El vocalista Javier Hiram Gómez, quien lidera la banda junto al guitarrista Nabeel Abdulrahman, atrapó la atención por sus eléctricos y sensuales movimientos, con los que recorrió todo el escenario.
Frente a una enorme pantalla de forma circular, ubicada en la parte central de la tarima, el guitarrista entonó la balada “Bañándonos de amor”. Los ritmos caribeños continuaron con “Me sobra el agua”, que contó con los pegajosos toques de congas, a cargo de Waldemar Reyes, y la bohemia del saxofón por parte de Ricard Bartolomei.
La excelente integración de la banda –en la que se encontraba como invitado Ché, el baterista de Sol D´ Menta– también cautivó en “Sin fronteras”, que celebra la naturaleza de los boricuas. “Mi gente no quiere guerra. Mi gente no ve banderas. Mi gente no ve fronteras, no ve color”, coreaba el público a viva voz.
La parte más pesada de su intervención se dio con “Sale directo” y “Que te ayude Dios” para seguir con “Acho papá qué qué”, en la que el cantante se acercó a su gente, que lo besó y abrazó emocionada.
Junto a sus músicos, el grupo, compuesto por la vocalista Andrea Echeverry y el bajista Héctor Buitrago, sedujo con su aire místico y su contagioso estilo rock, fusionado con sonidos electrónicos y ritmos latinoamericanos.
En la primera fila del público, se encontraba un grupo de jóvenes que portaba una bandera verde con el signo de paz, la cual ofreció a la cantante, quien rápidamente la tomó y la colocó frente a la batería.
“Creo que todos estamos pensando en lo mismo, en esa banderita. Qué viva tolerar, qué viva lo mío y lo tuyo”, manifestó Andrea, antes de entonar “Uno lo mío y lo tuyo”.
Vestida con un amplio conjunto de pantalón y camisa blancos, la intérprete envolvió con un escogido de 17 canciones, entre ellas “Bolero falaz”, “Luz azul” y “Maligno”, aunque enfrentó problemas con el sonido en varias ocasiones.
Timbales, congas, y sonidos psicodélicos de guitarra eléctrica acompañaron su oferta musical, que puso a la gente a bailar.
Como muestra de la sencillez que irradia, la cantante le obsequió a una joven de la multitud el güiro colombiano que tocó en “Álbum”, y minutos más tarde, la muchacha le correspondió con un collar.
El concierto culminó con “Florecita 2003” y una versión más movida de “Gozo poderoso”.