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´Calle 54´ se convierte en meca del jazz latino en Madrid

Tota
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La intensidad de la luz disminuye cuando Bebo Valdés toca el piano, y las delicadas manos del artista cubano de 83 años experimentan un ligero temblor.

Pero luego mira a sus colegas músicos en el escenario y sonríe, y entonces sus largos dedos acarician cómodamente el teclado. Inmediatamente el piano desgrana notas alegres y pegadizas que levantan el ánimo y que definen el jazz latino.

Algunos clientes saborean cócteles en la barra: los favoritos son el mojito cubano y la caipirinha brasileña. Otros cenan en el restaurante del piso superior.

Se trata de Calle 54, un club creado por el director de cine Fernando Trueba, cuyo documental del mismo nombre incluyó a los mejores artistas del jazz latino en el 2000.

Trueba, cuya cinta “Belle Epoque” fue premiada con el Oscar a la mejor película extranjera en 1993, nombró su cinta “Calle 54” porque fue en los estudios Sony de esa calle de Manhattan donde se grabaron los segmentos musicales de la película.

Una de las escenas especialmente conmovedoras muestra la reunión de Bebo y Chucho Valdés, padre e hijo separados por la revolución cubana de Fidel Castro: mientras Chucho quedó en Cuba, su padre Bebo huyó del país en 1960.

Trueba espera que, como sucedió con la película, el club Calle 54 haga que la gente comparta su pasión por el jazz latino y rinda homenaje a sus músicos. Es el único club de jazz latino de la capital española.

“Es un tributo a los músicos del jazz latino, una manera de recompensarlos por todo el racismo que hubo contra ellos en el mundo musical”, dijo Trueba en la inauguración del club, a fines de abril, una noche en la que Bebo Valdés fue la máxima atracción.

La vieja fascinación de Trueba con el jazz latino ha convertido también a Calle 54 en un sello de grabación que promueve y vende ese género, un híbrido que funde la samba, el flamenco, el merengue y otros ritmos de África, España y América.

Calle 54 está localizado en la calle Paseo de La Habana, una ciudad que Valdés no pisa desde que dejó Cuba por razones políticas. En su fachada, luces de neón fucsia dibujan la silueta de un pianista.

Adentro, en el bar y en los platos del restaurante están inscritos los nombres y los retratos de maestros del jazz como Mario Bauza, Mongo Santamaría, Paquito D´Rivera, Dizzy Gillespie y el mismo Valdés.

La audiencia ha crecido por los comentarios de fanáticos de jazz que buscan un sitio donde escuchar buena música y comer bien. Primero llegan por curiosidad, pero luego regresan.

Desde mayo, el club de dos pisos decorado por el artista español Javier Mariscal ha presentado a Jerry González, Roy Hargrove y Chano Domínguez. Con el precio de admisión de 28 dólares, sin incluir la bebida ni la comida, Calle 54 está lleno todas las noches.

La cena puede costar cerca de 68 dólares por persona, y es preparada por Xabi Gutiérrez, colaborador del renombrado cocinero vasco José Mari Arzak. Los platos incluyen ensalada de berenjenas y trucha, y vegetales salteados con langostinos.

“En los mejores clubes de jazz del mundo se puede escuchar buena música, pero en general se come mal. Éste es un sitio donde se escucha buena música y se disfruta de buena comida”, expresó Manuel Domínguez, un fanático del jazz de 37 años, mientras escuchaba a Valdés y al cantante de flamenco Diego el Cigala.

El público de Calle 54 es variado, de todas las edades y razas, y entre los espectadores a veces puede encontrarse al director de cine Pedro Almodóvar, la actriz Penélope Cruz y la cantante colombiana de pop Shakira.

“La clave del éxito de Calle 54 está en el hecho de que Fernando Trueba ha reunido a una heterogénea audiencia que cree en la inclinación del director por el jazz afrocubano, y las raíces brasileñas y flamencas, una cruzada personal con buenos resultados”, escribió el crítico de música Diego Manrique en el diario El País.

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