
SEA PARA celebrar una ocasión especial o simplemente para compartir con amigos unas sabrosas frituras, no cabe duda que el champán “sigue siendo el rey”, como dice la famosa ranchera mexicana.
Y si de despedir el año se trata, un brindis con el espumoso no puede faltar para recibir el 2004 por todo lo alto.
El champán es, hoy por hoy, el vino más conocido en el mundo. Sí el vino, leyó bien, porque se trata de un vino que se elabora de manera diferente a los demás, utilizando el proceso de doble fermentación. Ésa es la gran diferencia entre los demás vinos y el champán, que es la bebida representativa de la zona francesa que lo produce: Champagne.
Luego de la primera fermentación, se mezcla el vino y se emboltella. La segunda fermentación, que ocurre en las mismas botellas, es la suma de dos elementos claves que llegan al escenario: levaduras y azúcares que se agregan. Después de pasar por estas dos etapas, el champán se añeja en las botellas, pero su trayectoria no concluye ahí, pues hay que voltear cada botella con sumo ciudado, trabajo que en las más finas casas se hace a mano, con la destreza de un experto en estas faenas. En otros lugares, el volteo que es de unos cuántos grados solamente, se hace con máquinas. El dégorgement es la remoción del sedimento que queda en el cuello de las botellas luego de que han pasado por una solución congelante. En esta etapa, la botella está cubierta con una chapita estilo botella de malta y al retirarla por la presión que genera, el sedimento sale casi disparado. Claro, en esta etapa, aún no se le coloca el tradicional corcho reforzado, que tiene su historia atribuida al conocido monje de la Abadía de Hautevillier, Dom Perignon. Como en el proceso de congelamiento se pierde un poco del vino, entonces se agrega el vino de terminación y se completa, de esta manera, la cantidad que va en la botella.
El champán se elabora utilizando básicamente tres variedades de uvas: Pinot Noir y Pinot Meu nier, que son tintas y la Chardonay, la blanca más conocida y adaptada del planeta. Para quienes les gusta guardar unas cuantas botellas para abrirlas tiempo más tarde, tomen en consideración lo siguiente: si el champán contiene un por ciento de la uva Pinot Menunier, la misma le resta tiempo de vida. Si se trata de un Blanc de Blancs, que es 100% Chardonnay, entonces puede mantenerse más tiempo y tomarse luego.
Selección al gusto
Ya asegurando los chavitos para el champán, la pregunta obligada es: ¿ Vingtage o Non Vintage?. Non Vintage es el champán que no tiene un año, es decir, en el que se unen varias añadas. El Vintage es el que tiene vino de un solo año para la elaboración del champán. Éstos se hacen en los mejores años. El champán rosado en los últimos años ha sido uno de los favoritos de los consumidores. En Puerto Rico, se consigue el Laurent Perrier, el Taittinger, el Perrier Jouet Belle Epoque Rosé y la Veuve Clic quot, en esta categoría de color.
Cuando en la etiqueta se señala que un champán es brut, se refiere a que es muy seco. En cuanto a sabores se refiere, el “extra dry”, es bien seco mientras que el “doux” es muy dulce. El demisec tiene entre 30 y 50 g/l de azúcar.
Si va a servir champán como aperitivo, el “extra dry” y el rosado son dos buenas opciones. Para postres, debe ser uno dulce.
Entre las alternativas de champanes que podemos tomar en consideración si tenemos varios invitados está el Delamotte, que presenta gran calidad. Si no estamos para champán, pero que remos burbujas en la celebración hay opciones como escoger entre los californianos, el Schramsberg y el Louis Roderer Napa Alexander Valley. De las cavas españolas hay varias como Seguras Viudas, Vallformosa y Juvé et Camps, que van bien. También está la opción italiana con el Prosecco y para postres el Frizzante.
Cuidadito que no se pasen en la ingesta de champán. Son muchos los que tienen recuerdos de resacas causadas por el exceso de burbujas. Lo mejor es evitar ingerir demasiado champán y en poco tiempo. Se recomienda que el champán, así como los vinos, se sirva con alimentos. Además, que se consuma la misma cantidad de agua que de vino. Con el champán las burbujas que son producidas por el gas carbónico se suben a la cabeza. No la pierda, por favor. Champán y control.
No hay excusa para excluir las burbujas de la celebración, sea la más sencilla o la de mayor opulencia, con un Freixenet o un Clos du Moulin… ¡Felicidades en el Nuevo Año!