
“Estaba muy enfermo”, dijo a la AP Yurieta Bonne, funcionaria de Relaciones Públicas del Centro de Música Ignacio Piñeiro, la institución cubana que atendía las necesidades del artista.
Bonne, quien prefirió no dar detalles del deceso, destacó la sensible pérdida del creador nacido en 1919 y pianista a lo largo del siglo XX en las más destacada orquestas isleñas.
“Realmente hizo importantes aportes a la música” con su personal estilo, indicó Bonne.
González, de cuerpo menudo y amplia sonrisa comenzó a tocar el piano cuando era un niño en su natal Santa Clara y en su extensa vida pasó por las agrupaciones más afamadas de la nación caribeña, entre ellas la Orquesta América y la Jorrín, de la que fue su director.
Jubilados, apartados de las salas, artistas de la talla de Compay Segundo o Ibrahim Ferrer, además de González salieron al mundo.
Con ese proyecto –pues dio lugar no sólo al disco con ese nombre sino a otros de él y sus compañeros como Omara Portuondo– González ganó un Grammy en 1997.
Paralelamente se dio el gustó de tener sus propias placas “Introducing…Rubén González” (World Circuit) en 1997 y “Chanchullo” (Nonesuch) en 2002.
La perspectiva cambió desde entonces: Estados Unidos y Europa abrieron sus escenarios más prestigiosos para este pianista, que alguna vez también cursé materias de medicina.
Este es el segundo miembro del Buena Visa que muere, ya que en julio pasado su colega Compay Segundo murió a los 95 años.