
Habiendo transcurrido 33 años desde que se rehabilitó de su dependencia de los narcóticos, el veterano cantante se siente capacitado para darle consejos, de modo que pueda liberarse para siempre de esa terrible atadura que representa la heroína, el crack y la marihuana. Prefiere, no obstante, hacerlo en privado.
Al tiempo que invita a los demás a no juzgarlo, Cheo Feliciano admite que cuando un ser humano se encuentra en la condición por la que atraviesa “El más que canta” en estos momentos, “puede recibir quince millones de consejos y le entran por un oído y le salen por el otro”.
Y Cheo Feliciano sabe de lo que habla porque lo vivió por años en carne propia. Hasta que un buen día tomó la decisión de rescatar su vida de las ruinas.
Tal era su calvario, que en medio de la más profunda desesperación hasta intentó suicidarse, según confiesa al hablar de un tema que no es de su agrado pero que aborda con la esperanza de que alguien en su misma condición sepa que hay una luz al final del túnel.
“Por eso mismo fue que hace algunos años participé en una campaña de servicio público que decía que primero venía el pasecito, después el cantacito, así chiquitito, pero luego los problemas serían mayúsculos. Eso me llenó de satisfación porque han sido muchos los jóvenes que se me acercaron para decirme que ese anuncio los ayudó a salir del vicio o a no caer en él”, exterioriza.
Acto seguido, Cheo Feliciano agrega que si bien es cierto que la parte espiritual juega un papel muy importante en la rehabilitación, “lo que hace falta es determinación. Un día yo me miré al espejo y vi aquel despojo humano. Y dije: ‘hasta aquí llegué’. Después de mucho deambular y de dormir en apartamentos vacíos en Nueva York, dando bandazos de un lado a otro junto a otros amigos que estaban en la misma condición, decidí romper en frío para sentir el dolor y percatarme del cambio que se iba a obrar en mi vida”, manifiesta convencido.
Hace muchos años, decidido a “no seguir chocando con la misma piedra”, el intérprete de “Amada mía”, quien trabaja en su nueva producción discográfica junto al cantante y ministro de Turismo de Panamá Rubén Blades, se alejó de todo lo que pudiera constituir una tentación, incluso de amistades que le aseguraban que la droga le hacía cantar mejor. “Eso era embuste”, afirma.
Durante aquel oscuro periodo, Cheo Feliciano, cuya experiencia inspiró a Tite Curet Alonso su tema “Mi triste problema”, contó “con el apoyo de mi esposa Cocó, de mis hijos y de mis viejos que me soportaron tanto…”.
Admite que ese mismo soporte, sin embargo, “puede ser malo en ocasiones. Un adicto es un niño que no ha crecido y, en muchos casos, se tiene que despegar de la teta de la familia y dejar de chupar el ay bendito y empezar a aprender a caminar. A veces es mejor que la familia se hastíe y te bote de la casa para que veas lo que pierdes. Es como caer de un bote en el medio del mar, sin remos y sin salvavidas para tomar la decisión de poder salvarse”, dramatiza el veterano salsero, quien recién cumplió 70 años.
Una vez se liberó de su adicción, Cheo Feliciano se percató de que antes de limpiar su cuerpo “menospreció el cariño del público”, algo que considera normal porque estaba tan “desubicado” como puede estarlo ahora Domingo Quiñones, tras su arresto en días recientes por posesión de drogas cercano a un punto en un residencial público en Carolina.
Todo cambió, sin embargo, cuando hace 33 años dejó las drogas para siempre. Y ahora proclama con satisfacción que “también dejé de beber alcohol”.
En esto último fue fundamental su entrega a Dios. El cantante asiste a una iglesia evangélica y su esposa Cocó toma un curso ministerial.