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Rey Ruiz en Café Mystique Salsa con condimento

Tota
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Todavía hay quienes buscan el Café Mystique en el Hotel Hilton de Blue Lagoon, al este de la avenida 57. Y aunque hace cerca de dos años que cambió de ubicación –ahora está en 7250 NW 11 St.– el Mystique sigue siendo lo que ha sido desde su fundación en 1988: la meca del bailador de salsa en Miami.

Abierto los siete días de la semana como restaurante con desayuno, almuerzo y cena, el sitio se convierte las noches de miércoles a domingo en uno de los focos de la vida nocturna de la ciudad. Todos los sábados tienen música en vivo, y estamos hablando de un espacio donde se han presentado desde Oscar D’León y El Gran Combo de Puerto Rico hasta Marc Anthony cuando aún era relativamente desconocido. Algún que otro viernes ocupa el escenario un salsero prominente, como ocurrió el viernes pasado con Rey Ruiz.

Celulares en alto para retratarlo o para hacerle llegar su voz a alguien que estaba fuera de allí, las admiradoras de Ruiz formaron coro frente al escenario y subían a tomarse fotos con él antes de despedirse con un beso. La tecnología cambia incluso el paisaje de los espectáculos: antes hubiera sido lógico imaginarse a todo el mundo enarbolando su fosforera en señal de admiración; ahora lo que se ve sobre las cabezas de los fans son los teléfonos portátiles con cámara digital incluida, como si fuera una enorme conferencia de prensa en la que al entrevistado le hubiese dado por cantar, y a los reporteros –más bien reporteras– por moverse al compás de la música.

El fin de semana pasado coincidía con el del Festival de la Calle Ocho, una celebración anual con la que hace mucho tiempo se emparenta el Mystique como destino de quienes no se cansaron de día en el carnaval y salen en busca de un sitio para seguir bailando durante la noche. Así fue el sábado, cuando estaba allí José Alberto ”El Canario”, y el lugar se llenó de bote en bote.

El nombre de salsa dado a la música que se toca allí tiene un eco particularmente grato en este lugar: los viernes y sábados, mientras el movimiento despierta el apetito de los bailadores, el restaurante permanece abierto hasta las 2 de la mañana. Y los viernes, aunque ese día haya también música en vivo, el DJ empieza a sonar a las 4 de la tarde, con un happy hour que comienza media hora después y dura hasta las 6:30 p.m., durante el cual se venden dos tragos por el precio de uno. De 5 de la tarde a 8 de la noche, además, hay buffet de sushi gratis todos los viernes.

Los precios varían. Parece que el Café Mystique Combo, un plato compuesto de alas de pollo (chicken wings), carne de pollo empanizada (chicken fingers), porciones de queso mozzarela empanizadas (mozzarela sticks) y croquetas, es bastante popular al precio de $14.95. Otros que vi pasar más de una vez fueron los tostones rellenos de camarones ($8.95). La cerveza nacional cuesta $4.25, y la importada $5.25. Un screwdriver (vodka con jugo de naranja) vale $6.25; la copa de vino tinto $5.25, y el trago de scotch etiqueta negra a la roca $7.75.

Y como sus propietarios no ignoran que todo lo gratuito atrae público, el Mystique ofrece también clases de rueda de casino los jueves sin costo alguno. Para quien no sepa qué significa: el casino es un tipo de baile descendiente del son, popularizado en Cuba hacia las décadas de los 60 y 70, en el que se forman ruedas donde un grupo de bailadores ejecutan coreografías e intercambian parejas.

Además de la planta baja, donde están el escenario y la pista de baile, el Mystique tiene un segundo piso con acceso por escalera en el que hay unas pocas mesas. No faltan quienes, como Jousmell y Yenilín González, acostumbran visitar el club mientras están hospedados en el hotel colindante. Atraída por la presencia de Rey Ruiz, Maribel Rodríguez fue el viernes pasado por primera vez.

”Pero voy a volver”, dijo.

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