
Bebo Valdés, que vive fuera de la Isla desde hace medio siglo pero que formó parte de la época grande de la música en Cuba, en los años 40 y 50, se ha propuesto conservar y difundir ese legado para que no se pierda en un mundo en el que “tantas cosas están desapareciendo”.
“Mi generación oía a sus antecesores, y ellos a los suyos, era una cadena. Ya no funciona así. Desde 1959 para acá, hay músicos cubanos muy buenos, tocan muy bien, pero, al escucharlos, yo me pregunto dónde ha quedado el sabor de mi tierra”, dijo Bebo en una entrevista.
“Llevo 45 años sin ir a Cuba, pero si no amara a mi país no hubiera hecho este disco”, afirma Bebo Valdés, y apunta que a él no le gusta el gobierno del presidente de Cuba, Fidel Castro.
“Yo no digo que sea bueno o malo; sólo digo que a mí no me gusta, que no me gustan los dictadores de derechas ni de izquierdas”, y critica que la política se meta “en todos los aspectos de la vida”, como en el arte. “Eso no es bueno”, añade.
Tras abandonar Cuba, en 1960, Valdés se asentó en Estocolmo con su recién fundada familia y allí pasó más de 30 años en el anonimato, tocando en una cadena de hoteles, en un período en el que “fui buscando tranquilidad y estar cerca de mis hijos” y en el que “Dios me acompañó, como me ha acompañado siempre”.
De todo lo que le ha pasado en esta época su éxito más rotundo es la fusión de boleros y flamenco que hizo con el cantaor español Cigala en el disco Lágrimas Negras, que The New York Times eligió como el mejor del año y que, dos años después de su edición, sigue en la lista de los más vendidos en España.
“El éxito fue el mestizaje; todavía hay mucho que aprender y que investigar de las mezclas de razas, historias y culturas y muchos sonidos por descubrir en el mundo. En la India, por ejemplo, hay africanos y en África hay hindúes”, afirma el pianista.
Bebo Valdés, que estos días está de gira por España con sus hijos Chucho y Mayra, nunca tuvo interés en grabar en solitario, pero Trueba le convenció y ahora está orgulloso de haberlo hecho como “un homenaje a la música cubana y a los músicos que han amado Cuba”.
Temas de compositores de finales del siglo XIX y de la primera mitad del XX, como Manuel Saumell, Ignacio Cervantes, Sindo Garay, José White o Ernesto Lecuona, entre una larga lista, recorren la historia de ritmos como el son, el guaguancó, el bolero o la habanera.
Sólo uno de los 17 temas de Bebo, “Oleaje”, es una composición de Valdés. “Un día que caminaba por la playa en Santiago de Cuba sentí el ruido de una ola que me trajo una piedra; la guardé en el bolsillo, me senté al piano y salió esta canción; por eso digo que la música es un espíritu que viene solo”.
Copyright 2005 EFE