Noticias

Gary Domínguez Trotamundo de la salsa

Tota
Comparte:
Gary Domínguez, uno de los artífices de los encuentros de coleccionistas de salsa en Cali y Nueva York, ha llegado a Puerto Rico con una misión: contribuir a rescatar la expresión.

Y lo hace vendiendo discos en la Casa del Coleccionista y con su serie de presentaciones en el Taller Cé de Río Piedras, en las que toca lo que la radio no divulga y las orquestas no interpretan.

No vive con lujos ya que sus ganancias como dj y libretista del programa “Raza latina” en Tropical Estereo y Radio Caracol las ha invertido en viajes turísticos y de trabajo a Puerto Rico, Cuba y Nueva York.

“A Puerto Rico, por lo que representan (Rafael) Cortijo e Ismael Rivera. A Cuba, por ser la raíz. Y a Nueva York, por el Barrio y el legado de Fania”.

De regreso a San Juan le entristece la frialdad de la salsa. Pero no pierde la fe. Apuesta por Z-93 y por Radio Voz con la esperanza de que levanten el género. No se le puede hablar del asunto de Tite Curet Alonso y las restricciones de ACEMLA a las emisoras que no han pagado la licencia de ejecución pública para divulgar su música. En Cali idolatran a Tite y Domínguez no concibe que aquí sea un nombre prohibido.

“Al que en Cali prohíba tocar la salsa de Tite se lo comen vivo. Estoy aquí como turista y como melómano y no quisiera marcharme sin que antes se organice una cruzada para rescatar su música”.

Domínguez permanecerá tres meses en Puerto Rico y antes de despedirse no se sorprenda si lo encuentra protestando frente a las instalaciones de ACEMLA para que afinquen y liberen su son.

Esta noche, sin embargo, regresará al Taller Cé, donde proyectará una muestra de vídeos de los artistas más grandes de la Cuba musical de ayer y hoy.

“Soy hijo del jugador de balompié Edgar Mallarino del equipo América, pero no salí futbolista. Salí dj, rumbero, salsero y bailador porque en las trasnochás, después de los juegos, la música que se oía era de Pedro Flores, Daniel Santos, la de los cuartetos antillanos y mucho tango”, confesó Gary, quien heredó la colección de discos de 78 y 33 rpm que su padre compró en Colombia hasta el umbral de la década del 50.

Luego adquirió sus propios discos, en su mayor parte de 45 revoluciones por minuto, con los pesos que se ganaba vendiendo frutas.

Así llegaron a sus manos los clásicos del mambo, la pachanga, el jala jala, el boogaloo y la salsa, los que en la pasada década y media readquirió en formato digital, parte de una colección que es parte de su equipaje en sus cruzadas salseras por el Caribe y Estados Unidos.

Exit mobile version