
Los menores: Rafa, Toño, Luis, Toni, Pepe, Aurita y Papito (uno de sus sobrinos) desde pequeño hicieron saber a sus familiares que querían ser merengueros. Siendo muy niños, con los instrumentos que la vida les permitía tener, (casco de botella, tambora y güira fabricada por ellos mismos) recorrían las calles del pueblo de Higüey, iniciando sus primeros pasos en la música.
Pepe, dicen que el de mayor talento tanto en la música como en la pintura, se acercó a la Basílica de la Virgen de La Altagracia para aprender a tocar piano con las monjas. Allí obtiene sus primeros conocimientos.
Al ver el progreso de sus hijos en la música, su padre, Ramón Rosario, decidió apoyar a sus muchachos y vende una propiedad que tenía, para comprar instrumentos, un bajo, piano, güira, tambora y un equipo de sonido. El primero de mayo del 1978 debutaron por primera vez Los Hermanos Rosario, en una fiesta que tocaron para el Ayuntamiento del Higüey.
Fue el inicio de lo que hoy son una institución merenguera. Tras este debut, los jóvenes consiguieron un contrato para el hotel Romana, allí vivieron un tiempo hasta que su amigo Homero González los convenció para venir a la Capital. En Santo Domingo contaron con el apoyo de gente como Rolando Padrón y Guillermo Henríquez, quienes los llevaron a la televisión, y lograron dar a conocer sus primeros éxitos musicales.
Sin pepe:
Pepe era el mentor del grupo, con su muerte los muchachos sufren un golpe muy grande. El respaldo del público fue vital para que a la cabeza de Rafa, la agrupación continuara el camino del éxito. La separación de su hermano Toño, tampoco obstaculizó que Los Hermanos Rosario continuaran triunfando. Sergio Vargas
De los inicios
La periodista Ana María Arias, fue quien le habló a Dioni Fernández de Sergio Vargas.
JOSEÍTO MATEO
Oriundo de San Isidro, desde pequeño dio a conocer su talento para el canto y el baile.
WILFRIDO VARGAS
Sus padres eran amantes de la música. Por lo que desde muy niño tuvo contacto con instrumentos musicales.
RUBBY PÉREZ
Nació en Haina, como muchacho participó en el coro de la iglesia, dando así primeros pasos.
Johnny Ventura
Desde muy joven quería ser arquitecto, al canto llegó sin propónerselo.
Los merengueros: una vida de lucha y éxitos
Johnny Ventura soñaba con ser arquitecto. Sus precariedades económicas no le permitieron llegar a la universidad. Sin proponerse que el canto sería una manera con lo que podría convertirse en una estrella, llega a la música, en donde se prepara y se consagra como un revolucionario del ritmo dominicano, tanto en la música como en la manera de presentar la agrupación.
Su biografía destaca que en su adolescencia decía que sería el mejor arquitecto dominicano; sin embargo, su vida y sus sueños dieron un vuelco.
En aquella fecha, se presentó con unos amigos en el programa de aficionados que tenía la emisora radial La Voz de la Alegría. El joven, con tan sólo 16 años de edad, obtuvo el primer premio entre los concursantes. Poco después comenzaron sus incursiones en los programas de aficionados que La Voz Dominicana auspiciaba; cuando Ventura se presentó por vez primera en el programa “La TV busca una estrella”, le tocaron la campana.
A la semana siguiente, como todo un campeón, Juan de Dios (su verdadero nombre) volvió a ser recibido en el mismo concurso. Ensayó, trabajó y fue coronado por el éxito.
Joseíto Mateo “El rey del merengue” tuvo que trabajar en la construcción y dedicarse a otros oficios, antes que ser merenguero. Descendiente de una familia muy pobre, desde pequeño “El diablo Mateo dio indicios” de su talento artístico, que le permitieron convertirse en uno de los principales exponentes del merengue para la época (principio del siglo pasado).
Un hecho destacable en su vida artística es la aparición del merengue “El negrito del batey”, merengue con el cual Mateo y Alberto Beltrán alcanzaron gran popularidad.
A mediados de la década de los 50, Mateo llegó a La Habana, Cuba, donde, recomendado por Beltrán, quien ya en 1954 era conocido en aquella nación como un gran vocalista, logró incorporarse al mundo del espectáculo y a las grabaciones que por entonces se movían en la capital de la mayor de las Antillas. Así despegó la carrera internacional de El rey del merengue.
No menos afortunado fue Rubby Pérez, a quien las precariedades económicas lo llevaron a permanecer un largo tiempo en el hospital Darío Contreras, luego de sufrir un accidente. Para ese entonces Rubby ya pertenecía al coro de la iglesia de Haina.
La miseria presente
Al igual que los demás merengueros, la miseria campeaba la vida de Héctor Acosta. Su padre era maestro, pero Héctor tuvo que vivir muchas vicisitudes, antes de que le dieran la primera oportunidad. Su primer contacto con el público se da cuando gana un festival que organizó una estación radial en Bonao.
Anteriormente Héctor era parte importante del coro de la iglesia de su localidad.
Fue luego del festival que Héctor forma parte de dos agrupaciones que le dieron la base y el conocimiento para que Gerardo Díaz, su descubridor, se decidiera a formar el concepto de Los Toros Band, en donde Héctor era la figura principal. El éxito llego, y hoy Héctor es dueño de su propio proyecto.
Igual sucedió con Los Hermanos Rosario, quienes con su propios esfuerzo salieron de Higuey, y llegaron a Santo Domingo, con la innovación de un nuevo merengue.
Años antes, Wilfrido Vargas, había experimentado lo mismo en la Capital, había dejado su natal Altamira, Puerto Plata, para dar inicio a una nueva etapa dentro del ritmo. Wilfrido Radhamés Vargas Martínez nació el 24 de abril de 1949, en Altamira, municipio de la provincia Puerto Plata, y creció en un ambiente familiar en el que la música ocupó siempre un importante lugar, Bienvenida, la madre, tocó la guitarra y la flauta. Ramón Vargas, el padre, fue un diestro acordeonista y buen rasgueador de guitarras. Ambos progenitores le trasmitieron el amor por la música a su prole.
La familia Vargas Parra, es oriunda del batey Las 80 casitas, en Villa Altagracia, gente horanda y con unos muchachos con el don de cantar. Sergio, el mayor, tuvo la suerte de ser descubierto, y de pertenecer en ese entonces, a una de las agrupaciones de mayor renombre de la época, la de Dioni Fernández.
La música popular ha tenido habitualmente en sus exponentes a cantantes de clase humildes. Razones sociológicas y económicas inciden para que las principales estrellas del merengue y la bachata sean personas que nacieron y crecieron en condiciones de pobreza, tanto en barrios de la Capital como en campos y pueblos del del país.
Repasar el origen de cada uno de los líderes actuales y tradicionales del merengue revelaría una gran cantidad de historias en que la humildad y las carencias materiales fueron siempre protagonistas.
Joseíto Mateo, Johnny Ventura, Sergio Vargas, Rubby Pérez, Los Hermanos Rosario, Héctor Acosta, Kinito Méndez, El Jeffrey, y otros tantos, llegaron a la música popular simplemente con las ganas y el talento con que Dios los había dotado. Las explicaciones son diversas.
Según Yaqui Núñez del Risco, la música popular ha sido testigo de las vivencias de República Dominicana y, por lo general, ha servido para expresar los sentimientos de pareja como los sucesos de la sociedad, por lo que sus exponentes serán aquellos que tienen la necesidad de decir cosas o denunciar situaciones.
“Los pobres siempre son los que han tenido la necesidad de expresarse; por eso, la música popular siempre encontrará a sus intérpretes en la clase oprimida”, explicó el comunicador.