
Un Juanes muy bien parado en la tarima, vestido de negro, elegante e informal a la vez, no descansó hasta complacer a los cientos de fanáticos que cumplieron la cita del sábado; sin escatimar en energía y con el sudor en la frente, el cantautor recorrió su historia musical canción a canción, bailó, gritó y se gozó el concierto a la par con su público.
El cantante español Antonio Carmona, ex integrante del grupo Ketama, abrió la noche, puntual a las 8:30, con tres temas de su más reciente trabajo como solista. Miami lo acompañó con las palmas y comenzó a calentar motores cuando interpretó a ritmo flamenco pop la pegajosa Vengo venenoso, preludio de una buena jornada musical.
Fue a las 9 cuando apareció el antioqueño en medio de un aplauso estremecedor, abrazando su guitarra y con una sonrisa incontenible; A Dios le pido fue la primera de la noche y no se necesitó de más tiempo para que el público se conectara de una vez con él.
No creo en el jamás, Mala gente y Clase de amor marcaron el ritmo del espectáculo, que iba y venía del pasado al presente, desde sus primeros éxitos, hasta las canciones que componen su último trabajo La vida es un ratico.
Con una versión más salsa que la del disco, el cover de Joe Arroyo, La noche dejó las sillas en blanco mientras todos bailaron y cantaron, como en el mismísimo Carnaval de Barranquilla. Emocionado por ver la reacción del público, el artista recorrió el escenario de esquina a esquina y saludó a los más cercanos mientras también bailaba con ellos: ”estoy muy emocionado, no puedo creer que esté aquí en Miami!”, fueron sus primeras palabras.
No fue la propia lusocanadiense la que hizo la dupla esa noche, pero sí los asistentes que se sabían la canción de memoria, por lo que el paisa sin pensarlo dos veces lanzó un par de palabrotas que arrancaron la risa de todo el mundo, y agregó: ”vámonos de tour todos, ¿sí? Ustedes están cantando mucho, nos acomodamos todos en el bus, pero eso sí les toca for free porque no nos alcanza” remató.
Más adelante dedicó su éxito del momento Gotas de agua dulce a todas sus seguidoras de Perú, Argentina, Colombia, Ecuador, Cuba, Puerto Rico, Venezuela y demás países presentes, lo que arrancó más de un grito de las mujeres, mientras llovían flores y banderas en la tarima.
”¡Va a ser muy complicado igualar esta noche!”, decía Juanes mientras se componía, para darle paso al momento serio de la noche, cuando interpretó su tema Bandera de manos, haciendo alusión a la hermandad entre países; de igual forma lo hizo cuando cantó Minas piedras, con una voz, que después de una hora y media seguía intacta, fuerte y dulce a la vez: ”los árboles están llorando son testigos, de tantos años de violencia/ el mar está marrón, mezcla de sangre con la tierra”, interpretó mientras en las pantallas rodaban conmovedoras fotografías de niños víctimas de la violencia en su país.
La infaltable Camisa negra, La paga, Es por ti y el superhit radial Me enamora, también formaron parte del repertorio.
Para rematar y después de haberse despedido, el público lo reclamó de vuelta con un aplauso ininterrumpido que duró un par de minutos. Tres temas más, entre ellos otra clásica de Joe Arroyo, Rebelión, sellaron el enérgico show que culminó con toda la banda adelante del escenario, entre abrazos y felicitaciones por una gran noche.
Con una excelente banda de seis músicos y un buen show de luces y efectos sin tanta parafernalia, el talentoso cantautor pudo demostrar sin adornos por qué es uno de los mejores de la música latina contemporánea; un ritmo insigne que ya lleva su nombre, su indiscutible destreza en la guitarra y una voz, que sin ningún back up ha descrestado a los testigos del concierto, lo llevan de gira por todo el mundo para regalarle a sus fanáticos una versión en vivo de su talento.•