
Desde su muerte el 29 de junio de 1993, en un hospital de Nueva York, se ha convertido en leyenda de toda una generación salsera que le ha perdonado todos su excesos e imperfecciones con tal de disfrutar su canto.
Héctor Juan Pérez, mejor conocido como Héctor Lavoe, nació en Ponce, Puerto Rico, el 30 de septiembre de 1946. Desde su niñez mostró interés por el canto, especialmente por las voces de los soneros jíbaros campesinos a los que escuchó e imitó constantemente, entre ellos a Odilio González y chuito el de Bayamón, también quedó encantando con el estilo vocal de Daniel santos y Felipe Rodríguez.
A la edad de 17 años Héctor Pérez contra la voluntad de su padre, y con la tristeza que había dejado la muerte de su madre, decide probar suerte en la ciudad de Nueva York.
Lo que ahí siguió, todos los conocemos.
Después de 16 años, cuando las criticas o los halagos ya no lo afectan, cuando está por encima del bien y del mal, en un recuerdo musical imperecedero, Héctor Lavoe nos entrega lo mejor que hizo en viva, de lo que no tenemos reproche: su música, sus pregones, su inimitable canto.
Paz en la tumba, de Héctor lavoe y que prevalezca su rumba
En este nuevo aniversario de su fallecimiento, su música permanece intacta entre la gente joven, los veteranos y los melómanos de la salsa, con la música de Lavoe, la salsa siempre estará en el corazón de todos los salseros y no salseros.