
A esta condición transitoria se le denomina Período Refractario (PR) y se especulan muchas cosas al respecto. La más extraña, aunque válida, sugiere que el PR impide una nueva cópula de aquella mujer con este hombre y mientras que él está temporalmente desinteresado, ella (multiorgásmica e insaciable por naturaleza {?}) tiene la opción de copular con otro(s) para aumentar el número de espermatozoides competentes que puedan fecundar su óvulo…
En el hombre eyaculador precoz, este PR se convierte en salvación de su honor por cuanto con algún esfuerzo podría lograr una erección y la saciación sexual causada por la eyaculación anterior le hace demorar un poco más la siguiente.
Conviene recordar que los tres fenómenos asociados con el placer sexual masculino (erección, orgasmo y eyaculación) son absolutamente independientes aunque los dos últimos usualmente aparezcan de manera simultánea. La erección es un fenómeno vascular: el pene se llena de sangre y con ella crece tumescente. El orgasmo es un fenómeno neuromuscular: una sucesión involuntaria de contracciones musculares perigenitales que hacen experimentar una sensación cercana al dolor. La eyaculación es un fenómeno glandular: la expulsión de la mezcla de líquido seminal + líquido prostático + líquido de Cowper + espermatozoides.
Como el PR no es característico de la mujer; ellas, después de un orgasmo, pueden quedar en condiciones de continuar su juego sexual y lograr más orgasmos por lo que su actitud postorgásmica puede ser de búsqueda de afecto, contacto físico o más estimulación sexual; mientras que el hombre, sin proponerse que se le interprete como displicente o no enamorado, usualmente queda, transitoriamente, con actitud de distanciamiento, aislamiento y rechazo a darle continuidad al juego sexual, al contacto o a la expresión de afecto.
Que nos perdonen por ese ratico, transitorio, en que – a veces- no nos son interesantes sexualmente…