
Según Chen Guangbiao, quien antes regalaba las curiosas latas, el dinero recaudado por las ventas es enviado a las partes más pobres de China; a pesar de esto, estas acciones han sido criticadas por muchos medios quienes ven cierto sentido de lucro y explotación con la preocupación de los ciudadanos por parte de los comerciantes.
Pekín, donde una mascarilla cuesta alrededor de US$20 y un purificador de aire unos US$100, se ve preso de su propio desarrollo cuando progreso significa contaminación y perjuicios a la salud.
Cabe destacar que estos últimos sucesos llevaron a que el gobierno chino ordene el cierre temporal de varias fábricas por sus niveles de contaminación.