Rafael Ithier Natal, el hijo de Nicolás y Mérida, criado en Monacillos, se encuentra de gira por Europa, pero el domingo 10 de diciembre sorprenderá a su fanaticada con un concierto muy especial que se llevará a cabo en Caguas: “El Gran Combo en Navidad”, basado en el repertorio del clásico homónimo grabado con Gema Records.
Una noche para recordar a Pellín a través de nuevas versiones de Alegría y paz, El Santo Nombre y otras canciones añejas que interpretarán Michael Stuart y Choco Orta. Otra oportunidad para aplaudir a la orquesta puertorriqueña más aclamada internacionalmente. Y otro capítulo brillante en la trayectoria de Los Mulatos del Sabor, creadores de Acángana, El caballo pelotero, Hojas blancas y otras que la han consagrado como la orquesta del pueblo.
¿Cómo fue tu infancia?
Desde el punto de vista adquisitivo, fue muy mala. Yo viví miseria extrema. Pero aprendí de mis padres que se debe querer a las personas. Aprendí cariño, vergüenza y respeto. Nunca he maltratado a la gente.
¿Cuál fue la mejor herencia que recibiste de tu padre?
La música. Vengo de una familia de músicos. Mi tío fue integrante del primer trío de Rafael Hernández y mi papá era bohemio, tocaba guitarra, cantaba serenatas y muchas cosas más. Esas son mis raíces. Desde muy pequeño siento por la música.
¿Cómo te hiciste pianista?
Mi instrumento era la guitarra, pero con Tito Henríquez aprendí a tocar el contrabajo. Yo nunca estudié piano. Yo no soy pianista. Lo que pasa es que en mi juventud observé a mi hermana Esperanza, que fue mi gran influencia. Gracias a ella, he podido defenderme en el piano durante todos estos años.
Antes de ingresar al Ejército de Estados Unidos, trabajaste con el grupo Taoné de Tito Henríquez, pero a tu regreso del Army, abandonaste la música romántica para optar por la música bailable. ¿Por qué?
Mis ídolos eran el Cuarteto Marcano, Claudio Ferrer y la música de las orquestas. Siempre me gustó la música afroantillana, la bailable.
¿Cómo conociste a Rafael Cortijo?
Nos criamos cerca en Santurce. Eramos muchachitos. Yo le llevaba tres o cuatro años. El tocaba congas.
Tenía muchas inquietudes. Yo le decía “Cortijito”. Hicimos una gran amistad, hasta que él decidió organizar el grupo.
Previo a tu incursión en el Combo de Rafael Cortijo, tocaste con la banda Borinquenía Mambo Boys. ¿Cuándo te reclutó el Combo?
Yo estaba en Nueva York y Cortijo y yo nos escribíamos. Cuando regresé en 1955, entré al grupo. Todavía era un “vente-tú” Las primeras presentaciones se celebraron en La Riviera y en el Black Magic.
Supimos que te impactaron los problemas que Cortijo e Ismael afrontaron con la justicia. ¿Cómo ayudaste a Cortijo, quien, aparte de un amigo, era como un hermano para ti?
No lo ayudé. La verdad es que no lo hice. Antes de su problema con la justicia, en Islas Vírgenes pasó algo que no me gustó. Y le dije: “Rafael, te aprecio mucho, pero aquí están pasando cosas que no son las debidas y yo, que me considero tu amigo, te voy a dar la espalda” Cuando tres años después ocurrió el incidente en el aeropuerto, le recordé mis palabras. Consuelo no le di, porque lo que me dio fue coraje y vergüenza. El límite del grupo era el cielo, pero todo se vino abajo.
En 1962, junto a Roberto Roena, Miguel Cruz y otros, organizaste El Gran Combo. Muchos lo consideraron una traición.
No lo fue. Mi intención no era crear un grupo. Ellos me fueron a buscar. Mis planes eran terminar mis estudios en contabilidad y luego comenzar leyes. Pero ellos me fueron a buscar para organizar el grupo. Después de tres o cuatro semanas, me convencieron. Ellos le pusieron el nombre de El Gran Combo. Yo no pensé que iba a durar seis meses y ya van cuarenta años.
¿Cuál consideras el momento más difícil en la trayectoria de El Gran Combo?
Ocurrió después de que se rompió el Combo de Cortijo. La gente lo quería mucho. Muchos nos tildaron de traidores y nos acusaron de que le habíamos dado la espalda. Eso fue muy duro para nosotros. Recibimos mucha oposición y rechazo del pueblo. No nos aceptaban. No nos permitían ensayar. Ibamos a lugares a ofrecer nuestros servicios y nos decían que no les interesaba. En Puerto Rico hay lugares donde El Gran Combo nunca ha tocado.
¿Cuándo te reconciliaste con Cortijo?
Realmente Cortijo y yo nunca dejamos de ser amigos. El me comprendió. El entendió que éramos de carne y hueso. Alternamos muchas veces y la primera fue en el Hotel La Concha. El se puso a llorar de la emoción.
¿Cuál es el secreto de la longevidad de El Gran Combo?
La organización y los incentivos. Yo lo comparto todo con mis compañeros. Cuando organicé el grupo, puse como regla que cobraría el doble, como director, y que otro bregara con el dinero. La primera vez que cobramos fue en un programa de Machuchal y Fidel Cabrera en la antigua WIAC. Por la semana, el grupo cobraba $150. Lo dividíamos entre once y nos sobraba un promedio de $13. De ahí sacábamos un diez por ciento para gastos y uniformes. Hoy el método es el mismo, lo único es que ya no se cobran $150, sino $12 o $15 mil, según el caso.
¿Cómo te resignaste a las salidas de los cantantes Pellín Rodríguez y Andy Montañez?
No fue fácil. Fue bastante incómodo. Tenían muchos años e identificaban el grupo. Eran las figuras principales a la hora de promover la orquesta. Yo conocía a Pellín desde el Taoné. También trabajó con Noro Morales. Andy era un desconocido. Cuando salió Pellín, se me ofrecieron los nombres más importantes del género y cuando se fue Andy, también. Pero opté por muchachos jóvenes como Charlie Aponte y Jerry Rivas, que eran mucho más manejables.
El soberano salsero de América, Nueva York y Puerto Rico lamentó la salida de Andy Montañez. Recordamos que Jerry Rivas tuvo que trabajar duro para ser aceptado.
Es así. Jerry debutó con nosotros en un concierto en el Madison Square Garden y prácticamente nos bajaron de la tarima. Yo estuve año y medio sin grabar a Jerry.
¿Sufriste mucho la salida de Andy. Ya te recuperaste?
Definitivamente. No concebía a El Gran Combo sin Andy Montañez. Aparte de ser un extraordinario cantante, era como un hijo mayor. Aquí se hizo hombre. Cuando se fue me dio un sentimiento muy grande y cuando se fue, me dolió mucho.
Reconocemos la gran amistad que has cultivado con Celia Cruz. Incluso, has hablado de celebrar el cuadragésimo aniversario del Combo con un disco en el que ella podría ser uno de tus cantantes invitados. ¿Qué has hecho para que Andy y Celia limen asperezas?
Nada. Eso llegó a un sitio que no debía llegar. Si me encuentro a Silvio Rodríguez en medio de la carretera, sé que le voy a dar un beso. ¡Seguro que se lo voy a dar! Y si veo a Pablo Milanés, voy a hacer lo mismo sin importarme lo que digan porque soy fanático de ellos. El caso de Andy y Celia llegó a donde no debía llegar. Considero que Celia Cruz, independientemente de lo que pasó, es una señora. Abuchear a Celia es un acto feo, de quien sea, llámese Nueva York o Puerto Rico.
Los salseros del mundo insisten en que les adeudas un disco con Celia. Ella, incluso, ha reiterado públicamente que, tras grabar con la Matancera, Johnny Pacheco, Willie Colón, Ray Barretto y la Sonora Ponceña, ése es su gran sueño. ¿El proyecto va?
Sería un orgullo muy grande. Pero he sido un poco egoísta. Pero se lo he dicho a Celia, a su esposo Pedro Knight y se lo dije a Jerry Masucci y a Ralph Mercado. Hoy lo repito: lo que deseo es defender mi negocio. Celia es la gran figura del género. Le debemos tanto. En 300 años no surgirá otra Celia Cruz. Pero lo que pasa es que si grabamos y ella pega un número con nosotros, va a ser Celia y no El Gran Combo. Ese es el sentir de nosotros.
El Gran Combo es idolatrado en Cuba. Sus discos se escuchan mucho en La Habana. ¿Por qué nunca han visitado el hermano país?
Desde el punto de vista de negocio, Cuba no es plaza. Tenemos ofertas de otros lugares del mundo. No me puedo dar el lujo de, por complacer a diez o veinte, exponerme a una situación adversa en los negocios. Las consecuencias son fatales. Por más vueltas que le den, no conviene. A Andy y a Oscar D´ León se les cerraron muchas puertas.
¿Qué le resta por grabar a El Gran Combo?
A estas alturas, no podemos cambiar el estilo tradicional. Cuando lo hicimos con “Latin Up”, fue un desastre. Ahora estamos grabando un disco con el sonido de El Gran Combo, puro y original.
¿Cuál consideras el mejor antídoto para el merengue?
La salsa, pero debemos ser más originales, y experimentar como lo hice con La loma del tamarindo, al combinar la décima con la salsa. Yo pienso que si nos unimos, y hacemos música diferente, podemos combatir lo otro. En Colombia, números como La loma y Un jíbaro listo son himnos. Pero aquí nadie ha querido seguir mis pasos. Yo no puedo solo. Debemos poner a evolucionar nuestra música.
¿A qué atribuyes la falta de unidad entre los músicos puertorriqueños?
Hace falta una federación, una unión de músicos. Aquí somos muchos. Aquí están los bravos. Lo que falta es que cuando esos muchachos se peguen, nos unamos. Que la gente quiera ver a Gilbertito alternando con El Gran Combo. La gente quiere eso. Lo que sucede es que cuando nos pegamos, nos echamos para atrás y discriminamos entre sí. Falta conciencia.
¿Cuán fácil le resultó a Rafael Ithier levantar una familia, cuando su prioridad toda la vida ha sido la música?
Mi familia me ha aceptado con mis cosas buenas y mis cosas malas. La cosa mala que me ha aceptado mi esposa Carmen es que yo no esté aquí. Es el sacrificio más grande de nosotros. Cuando estamos fuera de Puerto Rico, lo sentimos mucho. Ahora mismo tengo un nieto que es lo más que he querido en el mundo por una razón muy sencilla: es el primero que veo nacer. Prácticamente, a mis hijos Jimmy, Carlitos, Mérida, Maritza, Ivonne y Thelma no los vi nacer.
¿Qué le resta por hacer a Rafael Ithier?
No paramos de viajar. Lo que pasa es que de este tipo de orquesta quedan dos: la Sonora Ponceña y El Gran Combo. Nos resta muchísimo trabajo porque la demanda del grupo es extraordinaria. A mí me gusta lo que hago. No tengo vicios, de juego, ni nada de eso. ¿Qué hago aquí metido en mi casa? Viajar para mí es un entretenimiento.
¿Cómo celebrarás el 40 aniversario de la orquesta?
Es posible que lo hagamos con un disco que podríamos hacer con otros cantantes invitados. Si pudiéramos hacer algo con Gilbertito, Cheo, Celia y mis cantantes, sería fabuloso.
© CARACOL S.A. Todos los derechos reservados.
CARACOL S.A. realiza una reserva expresa de las reproducciones y usos de las obras y otras prestaciones accesibles desde este sitio web a medios de lectura mecánica u otros medios que resulten adecuados.