Aplausos en buena lid a Michel Stuart

Tota

En esta era de estrellas fugaces, el cantante Michael Stuart es un artista que bien merece ser analizado con detenimiento. Su voz de innegable alcance, su presencia escénica y su carisma, su habilidad histriónica, así como su versatilidad musical, convierten a este caribeño en uno de los talentos más completos que tiene la industria nacional del espectáculo en este momento.

Así, como lo vimos el sábado en su regreso a la Sala Antonio Paoli del Centro de Bellas Artes, Michael Stuart vino dispuesto a superar lo que fue su debut en dicho centro el año pasado. Y sin perder su norte, el joven no escatimó esfuerzos a la hora de probar su innegable evolución.

Ante un público entusiasta que lo siguió con fidelidad, Michael aprovechó el primer segmento de su espectáculo para mostrar su versatilidad musical. Al son de Niña bella partió de la salsa contemporánea para adentrarse a otras variantes del pentagrama actual. Así, jugó con su repertorio ofreciéndonos su versión en balada de Te amo, Tú no me dejes nunca (convertida en bachata), Máquina olandera en homenaje a Maelo con la familia Cepeda, los aires del bugalú en su Súbele el volumen y hasta incursionó en la temática social con el rap Tu hijo se muere, en el cual cantó con Vico C.

A un segmento dedicado a los amantes de la salsa de hoy, entonces le siguió un banquete para el más exigente de los salsómanos. Tras el anuncio del locutor Jimmy Reverón, la salsa gorda de ayer hizo su agosto en Bellas Artes uniendo en el escenario a Michael junto a los maestros Bobby Valentín y Roberto Rohena. Al son de bajo, bongó y cencerro, los salseros del corazón del rollo estuvieron de fiesta con un repertorio que incluyó clásicos como Cantaré con una orquesta, La boda de ella, El caimán, Lamento de Concepción, Mi desengaño y Que se sepa.

Como artista responsable, Stuart no tuvo reparos en reconocer la aportación que la generación del 70 hizo al movimiento afroantillano. De esta forma aprovechó la presencia de Valentín y Rohena para sacarle humor al tema generacional. En un mano a mano coreográfico con Roberto contrastó la escuela de ayer con la de hoy. Y en el discurso musical los arreglos guardaron fidelidad a la salsa que se difundió en los años de la Fania All Stars.

Esto sin obviar, además, dos temas que en este segmento Michael quiso traer en homenaje a Tito Puente y Eddie Palmieri, con quienes compartió estelares en la galardonada producción Obra maestra.
Lógicamente, como toda noche de estreno, hay elementos que necesitaban ajustarse para lograr una mayor solidez. Inicialmente el sonido ahogó en varias ocasiones la voz del artista, incluyendo el momento mágico en que Vico C compartió la escena con Michael.

El uso de coreografía, por otra parte, debió concentrarse en los momentos de mayor necesidad y no en números como en la sección de los 70 donde no añadían un toque visual que aportara al tema.
Mas aún, el libreto necesitaba afinar el increscendo que requiere un espectáculo de esta naturaleza. A pesar de todos los elementos que habían a favor de Michael en el primer segmento, la expectación no fue en un ritmo ascendente. Mientras en el segundo posterior, antes de la «falsa salida», Michael debió haber quedado como figura central de su espectáculo.

Por suerte, con el cierre del telón, el público supo responder a la treta tradicional con la petición de «otra». Y a renglón seguido Michael Stuart pudo cerrar su espectáculo en alto con la interpretación de Mi gente dedicada al cantante de los cantantes, Héctor Lavoe.

Aun así, la producción de Maritza Casiano para Stuart superó por mucho el debut del arecibeño en Bellas Artes hace poco más de un año. A un buen trabajo en luces de Musique Xpress junto a la labor de una orquesta atinadamente dirigida por Fernando Marcano, Michael Stuart supo probar su calidad como artista. Y mejor aún… comprobó que él es de esos artistas jóvenes que no se estancan en el camino. Por ello, su crecimiento en escena se evidenció claramente en este regreso. Y la intensidad de los aplausos recibidos los ganó en buena lid.