Charlie Zaa la fiebre del bolero

Tota

En plena infancia, cuando apenas tenía 7 años, a Charlie Zaa le gustaba irrumpir traviesamente en un bar que tenía su abuela y, ante el asombro de los clientes, cantar un lacrimógeno bolero.

Después cerraba su atrevida acción con digno broche: recorría las mesas para pedir una propina. «Con el dinero que juntaba me compraba galletas obleas o calcomanías´´.
Seguramente, en aquellos tiempos no pasaba por su mente (ni la de sus familiares) la idea de que varios lustros después su voz lo llevaría a obtener un privilegiado status material y profesional.

Zaa es uno de los cantantes latinos más populares, nivel que, por paradoja, alcanzó con temas que seducían en el bar de su abuela: boleros tristes, simples y buenos, popularizados por mitos como Julio Jaramillo.
«Las canciones que interpreto están en mis raíces, pertenecen al ayer y han dejado huella en el corazón de muchos de nuestros padres´´, manifiesta el artista, que nació hace 27 años en Girardot, Colombia.

«Los boleros que hace Luis Miguel son elegantes; los míos, en cambio, son de cantina, llegan al pueblo, le gustan a todos los públicos, une a las generaciones´´, analiza.
Básicamente, Zaa alcanzó la cumbre con dos álbumes: Sentimientos y Un segundo sentimiento, que aparecieron en la segunda mitad de los 90 y, en conjunto, vendieron varios millones de copias.

En el 2000 se salió del formato bolerístico y (como le ocurrió a Luis Miguel al dejar los Romances) pagó las consecuencias. Grabó el álbum Ciego de amor, producido por Emilio Estefan, con temas modernos y fracasó.

«Ciego de amor fue una gran producción pero cuando el público se encapricha en que uno haga un determinado género musical es muy difícil salirse´´, sostiene, con una sonrisa entre resignada y orgullosa.

Casi en forma paralela al traspié comercial del disco, Zaa sufrió algunos conflictos personales y llegó a ser arrestado, sospechoso de golpear a su esposa, Jeanette, quien luego negó la acusación.

«Las experiencias difíciles ayudan a crecer. He madurado mucho, como hijo, marido y padre´´, declara el joven, que tiene dos hijos y en el 2002 se instalará en Miami temporalmente.

Cerrando lo personal, el artista anuncia que su mujer está embarazada de una niña y quiere que dé a luz en Estados Unidos. «Aquí hay muchas condiciones para que una persona se desarrolle´´.
Luego, Zaa cuenta que terminó de convencerse de regresar a su faceta más conocida como cantante al leer cientos de cartas de fans, en las cuales le pedían que grabara más boleros.

«La carta que más impresionó fue la de una señora de 72 años, que me decía que los boleros que yo cantaba le recordaban los gratos momentos que pasó con su esposo, ya fallecido´´, relata.
Zaa satisfizo el «capricho´´ de la gente recientemente, al lanzar el disco De un solo sentimiento, cuyo tema de difusión es Flor sin retoño, un clásico de Pedro Infante.
Yo la regaba con agua que cae del cielo/ y la regaba con lágrimas de mis ojos./ Mis amigos me dijeron ya no riegues esa flor./ Esa flor ya no retoña. Tiene muerto el corazón, reza el tema de Rubén Fuentes Gasson.

«De un solo sentimiento ha sido hecho con amor, logra que el público lo tome como suyo y ojalá que también sirva para que la gente se olvide un poco de los malos ratos pasados luego del trágico 11 de septiembre´´, expresa.

Zaa asegura que el álbum tiene un grueso toque familiar, más que nada porque la selección del repertorio fue dirigida por su padre, Luis («él tiene un oído bárbaro para la música que desangra el corazón´´, dramatiza).

Además de Flor sin retoño, De un solo sentimiento incluye nueve boleros populares –la mayoría de autores colombianos–, entre los cuales sobresalen Tu pintalabios, Decido, Que Dios te pague, Quiéreme en vida y Bajo cero.

¿Zaa cantaba alguno de estos temas cuando pedía propinas en el bar de su abuela?
«Sí, el que más recuerdo es Quiéreme en vida´´, contesta, y aclara que también siente debilidad por la letra de la canción, de José Miguel Class. «Habla de reconocer el amor de la pareja y la familia´´.

Por último, asevera que dejó atrás las camisas plateadas y la ropa informal de sus comienzos, y se inclinó por un estilo clásico (sombrero incluido) para estar a tono con el concepto de De un solo sentimiento.

«Es una muestra de respeto para quienes hicieron por primera vez estas canciones, hace muchas décadas y, de paso, sirve para causar un poco de polémica que ayude a promocionar el disco´´, concluye, con frescura.