Oh Divino Maestro concédeme que no busque ser consolado, sino consolar; que no busque ser comprendido, sino comprender; que no busque ser amado, sino amar. Porque dando es como recibo; perdonando es como Tú me perdonas; y muriendo en Ti, nazco para la vida eterna”.
La Oración de Paz de San Francisco de Asís me exhorta a reconocer en medio de las tinieblas que nublan la dignidad nuestra condición humana. He visto como los sectores que tradicionalmente dividen una población levantan la siempre victoriosa bandera de la unidad. ¡Enhorabuena! Con la Plegaria por la Paz en Vieques madrugó un Puerto Rico sin adjetivos. Hoy nos reconocemos como seres humanos únicos. Retomamos el derecho que realmente asiste a la humanidad que no es otro que el derecho a unirse en una sola voz, ensordecedora y firme, capaz de atenuar señales desviadas que atenten contra la sabia naturaleza. Por la Paz en Vieques. Por la vida. Por nuestros viejos, nuestros jóvenes y niños, por la naturaleza y sobre todo, por nuestros muertos.
La Oración por la Paz llega a mí para impulsar y fortalecer la fe que necesito cada día más. Este histórico pronunciamiento de esperanza alienta mi espíritu solidario el que extiendo a la humanidad que me toca y reclama. Hoy celebro la amistad que como el arte ayuda a mirar. Que multiplica mis sentidos. La amistad que emana de los hombres de buena voluntad. La amistad que surge del respeto por el prójimo y la memoria del ya ido.
Soy amigo de todos los hombres y mujeres de buena voluntad… de buena voluntad … buena voluntad. Aunque constituya su última voluntad será mi amigo también. Hacer el bien. Sembrarlo. Reconocerlo. Propiciarlo. Fortalecerlo. Defenderlo.
Qué mejor momento que éste para expresar mi pesar y extenderle un abrazo solidario a este pueblo y en especial a la familia Muñiz Varela por la ofensa que recibimos a través del programa Ojeda Sin Límite cuando escuchamos atónitos expresiones de su invitado Julito Labatud, como la que no tuvo el honor de haber participado en el asesinato de uno de sus compatriotas residente en Puerto Rico. Así como también haber reclamado como “un derecho” sacarle las amígdalas al poeta Silvio Rodríguez por las diferencias políticas que lo separan de él. ¿hasta dónde va a llegar nuestra televisión? ¿Qué explicación darle a nuestros niños que escucharan a un exitoso hombre de empresas expresarse libremente en esos términos?
Lo menos que siento es dolor y vergüenza nacional. Nada constructivo aportó ese programa. Por el contrario, removió dolores y heridas de una época superada mundialmente, a Dios gracias. Por respeto a nuestros muertos y por la memoria de mi padre, repudio estas expresiones vengan de donde vengan. Y le sugiero humildemente a mi amigo Ojeda que ofrezca el mismo espacio a la familia Muñiz Varela para que desahogue la infinita pena que revivió la profanación de la memoria de un miembro de esa familia, así como también a los televidentes que quieran reaccionar a esta ofensa.
Por mis amigos de Vieques nace espontáneamente como norma de comportamiento la de ser útil en la proporción que tenga a mi alcance por la paz de tantos hermanos. Acudo al llamado de construir una sola voluntad y una sola opinión. Convocatoria que honra a cada uno de los puertorriqueños y extranjeros que hoy poblamos esta isla como protagonistas de este histórico momento.
Hoy en Puerto Rico no hay espectadores. De la mano con nuestros hermanos “in memoriam” que sembraron dignidad hoy rompemos los límites del resentimiento y del despecho para situarnos en un escalón más arriba donde se fundan y equilibren los contrarios.
La buena voluntad nos lleva a pensar cada vez más. Y es inevitable la elevación de espíritu que genera. Ilustra e ilumina las acciones más comunes. Dos hechos tan contrarios como la Plegaria por la Paz y el programa de Ojeda Sin Límites del pasado 14 de enero, marcaron inevitablemente mi interior y generaron esta secuencia de reflexiones que comparto con ustedes.
Tengo la dicha de tener en mis manos una invitación muy especial para celebrar el primer medio siglo de vida de mi amigo Jorge Rivera Nieves. Esta invitación comienza con un pensamiento de Eugenio María de Hostos que también quiero compartir con ustedes: “Quien quiera que padece por la verdad y la justicia, ese es mi amigo”. Qué bonito será soñar con un futuro donde nuestros nietos se abracen como hermanos en la patria puertorriqueña. Qué bonito sería.
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