En su debut en el Centro de Bellas Artes Luis A. Ferré, el Sonero del Mundo apenas se dirigió al público con palabras. Con una musicalidad inigualable, hilvanó un espectáculo coherente en cuyo primer segmento, tras saludar al soberano con Alma llanera, recordó sus inicios con la Dimensión Latina y la Salsa Mayor con irresistibles interpretaciones de los éxitos Llorarás y Cuidado compay.
Con absoluta facilidad, Oscar levantó de sus butacas a la concurrencia con sus homenajes a La Perfecta de Eddie Palmieri, Los Satélites y al binomio de Willie Colón y Héctor Lavoe, a quienes recordó con una pegajosa versión de La murga.
En ritmo de merengue, su interpretación de las décimas inspiradas por Ramito en la canción antiaborto El derecho de nacer dio paso a su tributo a Tito Puente con la entrega de Oye como va y El rey del timbal. D´ León, quien impuso su clase y veteranía, continuó su recorrido por el pentagrama nacional con saludos a El Gran Combo, Daniel Santos y Rafael Hernández.
Con suma autoridad se desplazó del bolero a la ranchera y a la cumbia colombiana, bailando y capturando la atención del público con sus acrobacias. Tras el dúo con su hijo Yorman y la lograda interpretación del éxito Detalles, D´ León invitó al escenario al maestro del tres Mario Hernández, cuyo Sexteto Borinquen lo acompañó con altos honores en el segmento de los boleros Mi adorada de Bobby Capó y Estando contigo de Don Felo.
Su orquesta, cuya sección de metales consistió de tres trombones y tres trompetas, fue reforzada con cuatro saxofones durante su tributo a Tito Rodríguez. Dirigido en esta parte por Luis García, D´León evocó la época del Palladium mediante versiones de los mambos La mulata coqueta y El sabio. Su reconocimiento a las figuras del pentagrama nacional que le han influenciado continuó con el medley de Alegría bomba e´ y Perfume de rosas, dedicado a la memoria de Ismael Rivera.
El sábado el sonero Oscar D´ León no necesitó de subterfugios y resortes vanos para ser digno del aplauso unánime del soberano. Debutó en la sala más prestigiosa del país con un repertorio balanceado que no estuvo desprovisto de canciones obligadas como Quisiera y Mi bajo y yo, éxito que al final interpretó mientras ejecutaba su inseparable instrumento. Así, con su brillante voz, su sentido rítmico, su dominio del soneo y su presencia escénica logró echarse a Bellas Artes en un bolsillo.
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