Su espectáculo en el estadio El Campín, ante unos 40 mil espectadores, estuvo por encima de los que presentaron en otros años artistas de la talla de Guns and Roses, Metallica y Petshop Boys.
No en vano, los comunicados de prensa decían que los productores de su concierto son los mismos de U2 y de Rolling Stones. Si el cuarteto irlandés se paseó por el mundo con un imán de cuatro pisos de alto, Shakira va por los cinco continentes con una cobra, también de tres o cuatro pisos de alto. La cobra es la sombra que la cubre durante las dos horas que dura su concierto.
La noche, que estuvo llena de banderas y orgullo nacional, comenzó con la presentación de su coterráneo Andrés Cabas, un aventajado aprendiz de la barranquillera. La presentación de Cabas comenzó faltando diez para las siete y demoró cerca de media hora, durante la cual interpretó canciones como ´Juancho, ´Ana María´, a la que le hizo un arreglo de canto, ´La Cantaleta´, ´Tu Boca´ y ´Mi Bombón.
Después vino una larga espera de casi cuarenta minutos precedida por los acordes de ´Welcome to the Jungle´, de Guns and Roses. El telón en que una mangosta combate con una cobra por fin se abrió y Shakira, con los pies descalzos, emergió de la cobra. La noche de Shakira arrancó con el tema ´Ojos Así´ y su baile árabe, que enloqueció a las 35.000 personas que se encontraban en el estadio El Campín.
A la altura de la tercera canción, después del tema ´Si te vas´, Shakira saludó al público bogotano y recordó que el país y la ciudad no han pasado en el último mes por un buen momento. “Tengo un deseo -dijo Shakira-, sé que han pasado noches de duelo, pero quiero que esta sea una noche feliz”.
Acto seguido, cantó su canción ´Ciega Sordomuda´, donde la magia de la tecnología y el despliegue técnico que es el Tour de la Mangosta se manifestó con toda su intensidad.
Once cámaras de televisión, algunas instaladas en instrumentos, como el bajo y la batería, mostraban el concierto desde puntos inverosímiles.
A los 45 minutos de haber comenzado el concierto, Shakira rompe con su libreto pop e incursiona en el rock puro con el piano e interpreta clásicos de Aerosmith y ACDC.
A partir de ese momento Shakira demuestra porqué es la ´mujer orquesta´. Sus habilidades musicales no se quedan solamente en jugar con el vibrato de su voz. Toca la armónica, toca la batería, toca la guitarra y se convierte en la única dueña del escenario.
Shakira tampoco se queda por fuera del grupo de artistas que en los últimos meses ha manifestado su rechazo a la guerra. Cuando interpreta ´Séptimo Día´ sus músicos aparecen con máscaras en las que se podía identificar fácilmente a George Bush, a Fidel Castro, a Tony Blair, mientras en el fondo aparece un video donde Saddam Hussein juega con un ajedrez. Aunque aclara que ella no habla de política, el mensaje está claro.
La noche del 12 de marzo se puede definir casi como un antes y un después para la música nacional. Shakira demostró hasta dónde se puede llegar cuando se tienen ganas y talento.
La espera y el sacrificio
Además de las horas de fila, de ahorrarse lo del almuerzo en el último mes e incluso de ‘capar’ la clase más importante del semestre, algunos de los asistentes al concierto debieron viajar largas distancias.
Iván Rodríguez, por ejemplo, vino en bus desde Cúcuta, solo, para ver a Shakira. “La boleta de 252 mil fue mi regalo de grado, decía orgulloso mientras esperaba que abrieran el estadio. El estadio El Campín de Bogotá dejaba ver, entre los que llegaron desde las 4 a.m. de ayer a hacer fila, a no pocos padres de familia.
Sandra Espinel, de 40 años, aún tiene un “espíritu joven”. Aunque no hablaba de Shakira con la propiedad con que lo hacía su hija, de 19 años, a su juicio “nadie puede dejar de ir a ver la única estrella de pop que tiene Colombia”.
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