No hay nuevos talentos en la Salsa en Puerto Rico dice Tite Curet

Tota

Hoy son contadas las orquestas de salsa juveniles, escasean los salones de baile y son pocos los nuevos talentos firmados por compañías multinacionales.

Con la excepción de las grabaciones en vivo que se distribuyen ilegalmente en algunos bailes y conciertos, las ventas de los discos de salsa han mermado dramáticamente.

Sus bastiones radiales en Puerto Rico, Z-93 y Cadena SalSoul, dedican la mayor parte de sus programaciones a la música de los 70 y 80, respectivamente.

Ante semejante cuadro, el futuro del género en Puerto Rico parece incierto. Mientras en Cuba y Colombia continuamente surgen nuevos exponentes, actualmente no hay una orquesta que releve a El Gran Combo cuando Rafael Ithier se retire, ni un joven sonero capaz de seguir los pasos de Cheo Feliciano, Gilberto Santa Rosa, Cano Estremera, Víctor Manuelle o Domingo Quiñones.

Veteranos de la expresión, como Willie Rosario, Roberto Roena, Bobby Valentín y Raphy Leavitt han planteado que Puerto Rico ya no es la capital de la salsa, a pesar de lo concurrido que es el Día Nacional de la Salsa y de la celebración del Congreso Mundial de la Salsa, entre otros eventos.

El auge de la salsa sensual propició el desarrollo de otros talentos como Luis Enrique, Pupy Santiago, Max Torres y Omar Alfanno, firmados por multinacionales. Nueva York, plaza considerada durante los 60 y 70 la meca de la salsa, no se quedó atrás y sentó las bases para el desarrollo de la fusión de la salsa con el hip-hop, cultivada por una nueva generación de cantantes encabezada por Marc Anthony, India y Michael Stuart. Pero el énfasis en su contenido romántico y su fusión con el pop saturó el mercado.

«Los años 80 son la página más negra en la historia de la salsa. La salsa que se escucha hoy es el resultado de eso. Los medios y las disqueras bombardearon al público con música romántica. No hubo un balance», señaló Cano Estremera, quien recordó que para sobrevivir tuvo que grabar números como Amame en cámara lenta y A mí.

Por su parte, Bobby Valentín opinó que en términos de arreglos y orquestaciones, la salsa ha perdido su identidad desde que los directores y los músicos fueron desplazados por el cantante como solista o figura principal: «Se supone que la salsa de hoy sea mejor porque los músicos contemporáneos están mejor preparados. Han estudiado en Berklee y otras instituciones. Podrían inventar y no lo hacen. Podrían hacer cosas diferentes a los cantantes».

Para Larry Harlow, experimentado productor y creador de las Estrellas de Fania, la salsa contemporánea se caracteriza por su repetición, monotonía e insipidez, contrario a las épocas de la Sonora Ponceña, El Gran Combo, Willie Rosario y Bobby Valentín, orquestas con personalidad e imagen propia: «No se toca sabroso ni hay artistas y grupos con imagen propia porque en la época de los 80, la era de la salsa monga o romántica, los nenes lindos dirigían las orquestas. Ni eran soneros ni eran músicos con ideas. Por eso no pudieron pasar la información correcta a la nueva generación».

Por su parte, Roberto Roena admitió que se siente frustrado porque, tras grabar el disco Señor Bongó, ninguna disquera se ha interesado en su distribución. De la misma manera en que refrescó el ambiente cuando en 1962 creó el ritmo jala-jala, a su entender Señor Bongó es una propuesta que puede aportar a la expresión.

«Se observa una dejadez por todas partes. No hay entusiasmo por crear cosas nuevas. Siempre me he esmerado por ser un innovador, pero a nadie le interesa», expresó el director del Apollo Sound.

Don Tite Curet Alonso considera que la salsa ha perdido su esencia narrativa. Hoy escasean crónicas urbanas como Los entierros, Hojas blancas, Vagabundo, Juan Albañil y Señora Ley.
«Ya no hay letras que cuenten algo, que respondan a algo. Ahora se escribe, pero no se narra. La salsa ha perdido su carácter noticioso. Está en peligro de desaparecer porque no dice nada. Siempre hay que contarle algo a la gente, siempre se debe responder a sus preguntas», dijo Tite, decano de compositores de salsa.

Mientras, Roberto Angleró, autor de Hojas blancas, La boda de ella y Cristóbal Celai, planteó que la superficialidad, repetición y trivialidad de las letras de la salsa contemporánea han hastiado a los aficionados, los que sacian su sed bebiendo de la fuente de las letras de antaño porque reconocen que son el eco de sentimientos y vivencias comunes ayer y hoy.

«Ya no se le canta a lo que le interesa escuchar al pueblo. Se han buscado caritas bonitas para que canten la salsa. Y ha aparecido el rap, que con sus intérpretes negros y feos, como Tego Calderón, ha llenado el vació porque habla de lo que ocurre a su alrededor».

CONTENIDO PATROCINADO