Para muchas personas, sobre todo las que están algo distantes del mundo de la salsa, Willie Colón no tiene mucha actividad. Es una figura clásica del género pero permanece tranquilo en su bastión de Nueva York.
La realidad marca que no es así: el intérprete de El gran varón y Gitana se mantiene en un constante ajetreo entre su trabajo natural, el artístico, y el que desarrolla en el campo político.
Sobre el primero, el legendario artista concreta giras nacionales e internacionales que, por ejemplo, esta semana lo traerán a la Florida. El próximo sábado actuará en el Broward Center for The Performing Arts.
´´Voy a cantar hasta que nos corten la electricidad´´, bromea sobre el espectáculo, que realizará junto a su orquesta. ´´Trataré de incluir mis 40 años de hits´´, agrega, en conversación telefónica desde la Gran Manzana.
Además de los dos temas mencionados, Colón –cantante, trombonista, compositor y productor– asegura que en sus conciertos no pueden faltar temas como Talento de televisión, Idilio, Murga de Panamá y Che che colé.
´´Me encanta hacer recitales, lo que me resulta cansón son los viajes que tengo que hacer para llegar de un lugar a otro´´, explica y, animado pero con voz pastosa, ironiza: “Yo cobro por viajar, no por tocar´´.
Para sus sólidas tareas de activismo político no tiene que viajar. En la ciudad de Nueva York –donde nació hace 52 años y reside actualmente– el salsero es asesor del alcalde David Bloomberg para el área turística.
Está al tanto, claro, de las encuestas que muestran la inconformidad de la comunidad latina con el sustituto de Rudolph Giuliani. ´´Bloomberg ha tenido que tragarse una píldora agria injustamente´´, comenta.
´´El alcalde asumió el cargo después de los atentados del 11 de septiembre y eso le ha provocado problemas´´, lo justifica, “porque hay muchos gastos de seguridad que le han hecho desangrar el presupuesto´´.
´´Cada vez que desde Washington´´, agrega un poco molesto, en la misma línea, “aumenta la señal de alerta para el país, en Nueva York hay que poner tropas del ejército y policías extras, y eso genera muchos gastos´´.
Colón probó su predicamento dos años atrás, cuando se presentó para el cargo de Defensor Público y no ganó pero, en una campaña financieramente modesta, obtuvo un interesante caudal de más de 100,000 votos.
´´El pueblo latino me respondió bien´´, lanza, satisfecho.
El cantante, cuyo nombre real es William Anthony Colón Román, nació en el áspero barrio del Bronx, y es hijo de puertorriqueños. Está casado (su esposa se llama Julia) y tiene cuatro hijos.
La madrina de su boda fue ni más ni menos que Celia Cruz, con la que grabó un disco histórico, salpicado por canciones situadas en lo mejor del repertorio de la fallecida guarachera como Usted abusó.
´´La gran virtud profesional de Celia fue, además de tener talento, la de saber mantenerse usando su inteligencia y su buen instinto para escoger los temas que grabó; supo cambiar con los tiempos´´, analiza.
Con tranquilidad, Colón reconoce que le ha costado crear permanentes éxitos musicales y añade que pese al lamento de las compañías discográficas “por una cuestión natural hay obras que no se pueden repetir´´.
´´Nunca he grabado por grabar. Mi fórmula es tratar de evitar la fórmula, aunque sí he tenido como premisa buscar letras excelentes y bonitas melodías. Un tema es un cuento que la gente no debe olvidar´´, sostiene.
Como un viejo maestro se refiere al panorama actual de la salsa.
“Antes la música nacía en las calles y ahora, en las salas de conferencias de las disqueras, con lo cual se pierde la esencia´´.
Colón se declara agradado por el sonido del grupo Bacilos y se muestra esperanzado en que “haya otros que sigan su camino en el mundo de la salsa, lo que el conjunto hace son nuevas fusiones´´.
Cuando tiene tiempo, Colón, que ha sido nominado a los premios Grammy en 11 oportunidades, escucha música mexicana, vallenato, reggaeton y discos de, entre otros, Rolando Laserie, Ismael Rivera y Brahms.
Con algo de humor se despide comentando que la música es el factor que une a los latinos de Estados Unidos.
´´En las fiestas la gente de todos los países se abraza y lo pasa bien´´, apunta. “Cuando llegamos a lo político y económico cada uno jala para su lado´´.
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