“Yo tenía un año de casado con Aida Villanueva, la mamá de Karla, mi hija mayor. Nos casamos en la iglesia Del Pilar. Estábamos empezando en aquella época y la relación marchaba muy bien. Todavía creo que esa canción fue un oráculo. En ese matrimonio duré seis años. Recuerdo también la fecha del divorcio pues para esa misma fecha me compré mi Honda Civic del 84”, refiere Cano Estremera.
El cantante reconoce que esa canción, cuyo aniversario celebra este viernes en el anfiteatro “Tito Puente” con el concierto “Veinte años, el último sonero”, le trajo su mayor triunfo artístico… y el fracaso de su matrimonio. Atraídas por la fama, el dinero y el reconocimiento, también coronó muchas conquistas. De ellas surgió su segundo casamiento con Madelline Estrada, con quien procreó a Erik Joel.
“Y también le crié a su hija Jilmarie Martell, quien tenía apenas tres años cuando me casé con su mamá”, menciona el sonero.
A pesar de esa intensa vida amorosa, Cano Estremera todavía no ha encontrado al gran amor de su vida y al parecer es culpa suya. Porque con gran sinceridad reconoce que “no hay mujer que me soporte”.
“No le aconsejo a ninguna mujer que se case conmigo. Aun así, las que han estado dispuestas a hacerlo han sido advertidas. Esto no significa que yo esté reacio al matrimonio o que rehúya las responsabilidades que éste trae, porque uno es saludable emocionalmente en la medida que pasa por los traumas, se recupera y está dispuesto una vez más a pasar por ellos. Además, soy de los que creen que cada minuto de felicidad se paga con una hora de sufrimiento.
Pero debo confesar que soy un hombre muy difícil”, admite mientras, elegantemente vestido con una etiqueta de El Chaleco diseñada por Oscar de la Renta, posa junto a un par de maniquíes que exhiben dos preciosos atuendos nupciales de Novias Aponte.
“¡Con cuál me quedo!”, bromea mientras ata anécdota tras anécdota de las muchas que atesora de estas dos décadas de vida artística. Es así que nos enteramos de que, a pesar del gran éxito alcanzado por “La boda de ella”, los soneos de su inspiración que sumó a la canción le causaron un gran disgusto a Roberto Angleró, quien consideró que le faltaban el respeto a la figura de la mujer.
“Angleró escribió ese tema con la intención de que fuera tratado de una forma menos reveladora. Cuando la escuchó, no quedó contento. Pero yo, joven al fin y al garete como estaba, qué otra cosa se podía esperar de mí. Sin embargo, la gente cree que el éxito de esa canción se debió en gran medida a los pregones, aunque Roberto piense que yo le dañé el tema. A lo largo de todos estos años hemos tenido discrepancias amistosas por este asunto”, revela Estremera, al tiempo que tararea uno de esos pegajosos estribillos que se inventó mientras grababa la canción en el ya desaparecido estudio Masterpiece Recording, que estaba localizado en la zona del Matadero:
“Necesitarás una
madrina,
también un padrino
y un alcahuete que te
cargue los anillos.
El traje blanco no te queda
bonito,
Mamá, píntalo un poquito”.
“Wow, el éxito que obtuve con esa canción, empezando mi carrera, fue lo mismo que un novato reciba la oportunidad de jugar en una Serie Mundial y dé un home run”, reconoce.
Tuvo que tomar el mapo para ganarse la vida
Paralelo a los problemas amorosos, Cano Estremera también pudo conocer poco después el dolor del fracaso. No obstante, eso no fue del todo negativo puesto que la experiencia le sirvió para aprender que el éxito es circunstancial, “que uno no lo provoca y que tampoco se tiene el control para mantenerlo para siempre”.
“Luego surgió una época muy oscura para mí, pues por problemas contractuales con el bajista Bobby Valentín, propietario del sello Bronco Records, dejé de sonar por seis largos años. Había firmado un contrato que decía que yo no podía cantar con más nadie y tampoco grabar. ¿Que qué hice? Pues, sobrevivir con el mapo y la escoba. Después de haberme hecho famoso me tuve que poner a trabajar en mantenimiento de residenciales públicos como Las Margaritas y Luis Lloréns Torres. Lo hice sin complejos ni traumas porque yo nunca quise hacer carrera de artista; soy cantante y sonero, obrero del arte”, recuerda de sus años como empleado de mantenimiento en el Municipio de San Juan.
“Mi trabajo era preventivo. Arreglaba lavamanos y receptáculos eléctricos en los residenciales. Y ese trabajito me encantaba pues me la pasaba metido en los apartamentos. Las señoras me daban café, galletitas… Ésa es mi gente; no puedo olvidar que yo soy del caserío Fray Bartolomé Las Casas y, por lo tanto, me crié en el Barrio Obrero”, recalca el sonero.
“Hay que saber manejar el fracaso y el éxito también. Hay que saber enfrentarse a la realidad y, a veces, ésta es dura. Éste es un mundo donde se venden y se compran sueños y hay que saber bajarse de la tarima”, reconoce, para de inmediato exteriorizar que no le guarda rencor a Bobby Valentín y hasta le propuso hacer algo juntos nuevamente “porque para los negocios siempre estoy dispuesto”.
Librado de una vida desdichada
De origen humilde y además albino, Cano Estremera está seguro de que la música lo libró de una vida desdichada.
“En la época en que yo comencé en la vida artística había mucho prejuicio contra los albinos, sobre todo en la escuela. La música reafirmó mi autoestima. Y si algo me satisface es saber, porque me lo han dicho, que yo he servido de modelo a muchos albinos que han querido superarse y vencer los obstáculos y la discriminación. ¡Yo me considero el Lincoln de los albinos!”, dice en tono bromista.
Pero hay quien recibe expresiones como ésa y otras, con las que se autoproclama como el mejor sonero, con mucho malestar y hasta lo catalogan de altanero.
“Es que es verdad, este albino es el mejor sonero que tiene la salsa y los demás tienen que ajustarse a eso. Soy suficientemente buen sonero como para creérmelo.
Además, no se puede negar que es más fácil mercadear a una persona que se ve a una que no se ve tanto y yo, sinceramente, no sé dónde pueda esconderme”, remata Cano Estremera, quien luce ávido por demostrar una vez más sus planteamientos al público que acuda a presenciar su concierto de aniversario “Veinte años, el último sonero”, este viernes a las 8:00 de la noche en el anfiteatro “Tito Puente”.
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