Fernando Echavarría con su agrupación “La Familia André”, en las Fiestas de Navidad

Tota

Fernando Echavarría con su agrupación “La Familia André”, le ha dado dos décadas de orgullo musical a República Dominicana y para esta Navidad muestra su más reciente producción “Sobran razones”, en la que retrata sus vivencias sobre una lírica que deja sus huellas en el corazón de quienes la escuchan.

Con su música no ha hecho una fortuna, pero ha ganado muchos amigos y sobre todo el respeto y cariño de su público por el que vive y se desvive en los escenarios.
Echavarría admite haber sido influenciado por la plena y por artistas puertorriqueños, como el sonero mayor, Ismael Rivera, José -Cheo- Feliciano y Antonio Cabán Vale (El Topo). “Yo soy loco con El Topo”, afirma. “Aquí en el país, mi máxima admiración, mi mayor ídolo es el maestro Cuco Valoy”, resalta.

Cantarle al amor ha sido tan constante en su vida como la jarra de metal con la que desde estudiante bebía refrescos y que durante esta entrevista lo acompañó como si se tratara de un viejo amigo.

“Le canto básicamente al amor. Yo soy un enamorao. Soy hijo único, y quizás por eso soy un enamorao de la mujer. Yo veo a la mujer con un signo único, como un verbo de amor, no como objeto, como un material de uso”, dijo.
Para Echavarría el amor “es un constante movimiento, el amor, apoyado en la mujer, basado en esa misma mujer. Yo soy un enamorado de unas piernas hermosas, de unos ojos, de unos labios que dicen muchas cosas. Una mujer en rasgos no tiene que ser hermosa para ella ser en sí hermosa.

La femeneidad de una mujer es algo para que uno se enamore”.
“Apoyado en la mujer metafóricamente me baso en las imágenes que me brinda la mujer para escribir. Y de las situaciones que me brindan las mujeres para escribir”.

Su identidad
Echevarría se describe como un artista auténtico. “Yo soy muy auténtico y me gusta mi identidad, amo mi identidad. Para yo nutrirme de escribir tengo que vivir mi identidad, mi tierra, y vivir el momento. Y de ahí sale un Fiao, un Pato Robao, que son parte de mis vivencias”.

“Sale Sobran Razones, que es parte de mi experiencia, de lo que he vivido en muchos años. Parte de lo que yo siento y lo que yo encuentro que es la vida. Sobran razones para tú amar, para tú vivir, para tú odiar. Es la forma de ver la música a través de mi vida”, comenta. Una de las razones por las que vive en Santo Domingo, a pesar de que su familia reside en Miami, es que se nutre mucho del país para poder escribir. “El punto de partida está aquí en mi tierra. El sabor que tiene mi música está aquí. Quizás el año que viene me asiento un poco más con mi familia, pero el punto de partida es aquí. La savia bruta está aquí. Para yo lograr esa savia elaborada en mis composiciones, el grupo no es simplemente el grupo que me acompaña, es una dinámica de grupo que se refleja en tarima”.

Al hablar de su música, el baile y de su público su rostro se transforma, cambia de color. “Para mí es difícil tocar. Tocar para que me abran. Ahora por la música tengo muchos amigos, grandes amigos. La música me ha ayudado a sumar a amigos”.

Con la voz entrecortada señala que “arriba en tarima, lo que yo hago es comunicar esas cosas que quizás yo hablando contigo no me atrevo a decirlo”.

El sentido de la música
“Voy a decirte algo que no he dicho en una entrevista y se lo digo a mi hijo el varón, se lo digo mucho. -Radhamés, tú tienes que aprender a bailar música latina. Porque nos identifica a nosotros-“.

“Además, es un tacto. Todos los sentidos se dejan ver en la música latina. Para yo declarármele a una mujer, nunca lo hice sino después de bailar. Porque el baile para mí es un lenguaje. Tú sientes la forma de la mujer tocarte. Con la forma en que ella te respira en el oído, ella te da una respuesta. Cuando una mujer está bailando contigo te dice algo. Ella te está dando una respuesta, sea que sí, o que no. Y a partir de ahí tú sabes qué decisión vas a tomar, qué hay ahí”.

“Yo he sido un bailador a la antigua como mi padre. Bailé todo tipo de música norteamericana. Yo en tarima trato de comunicar esas cosas que el baile me permite comunicar. Un desengaño yo lo comunico en tarima.

Un de Oro, que se lo escribí a mi mujer. Muchas veces se me salen las lágrimas, el público lo percibe, el público se da cuenta y me tengo que echar pa’ un lado”.

Como si se hubiera dado cuenta de que las palabras le habían ganado la carrera a su timidez, Fernando se tapó la cara para que su público no lo viera llorar.

Ahí le dijimos que lo entendíamos, porque es verdad que a Fernando Echavarría le “sobran razones”.