Gilberto Santa Rosa y Willie Rosario en el día de la Salsa

Tota

EL CANTANTE Gilberto Santa Rosa aún recorre las páginas del cuaderno musical con el que su maestro Willie Rosario lo curtió en la música. De él aprendió la disciplina y tenacidad que le ha hecho triunfar en su carrera.

También suele recordar sus primeros años en la banda de su mentor, “Míster Afinque”, en la que, además de conocer más del arte de la canción, aprendió hasta comer viandas con bacalao en el viejo cafetín El Yauco de Santurce.

Han pasado 23 años desde aquel miércoles de mayo en que “El Caballero de la Salsa” arribó a la orquesta del veterano timbalero, llevado por sus deseos de crecer y aprender sus “trucos” y firmeza. Fue, desde un principio, un junte maravilloso que pudo combinar la precisión rítmica del percusionista con la cadencia del entonces joven intérprete.

Los éxitos no se hicieron esperar y pronto Gilberto Santa Rosa, quien participó de la orquesta junto a Tony Vega y Bobby Concepción, se convirtió en una figura excelsa de la canción popular, sin abandonar las enseñanzas de su maestro.

Willie Rosario, quien este domingo será una de las figuras homenajeadas en el “Día nacional de la salsa”, ha seguido de cerca la trayectoria de su pupilo, celebrando sus éxitos y constatando, como buen mentor, que el sendero de su cantante esté libre de tropiezos.

“Yo escuché a Gilberto con (la agrupación) La Grande de José Canales y dije: ´Ese cantante encajaría bien conmigo´. Yo tenía a Junior Toledo y a Guillo Rivera. Pensaba botar a Toledo cuando me acerqué a Gilberto y él me dijo: ´Te agradezco que me llames, pero con este tipo no voy a hacer nada´”, cuenta el timbalero.

Una vez Willie Rosario construyó una nueva armadura vocal con Tony Vega y Bobby Concepción llamó a Gilberto e inició una de las etapas más gloriosas en la historia del músico.

Un encuentro de historias gozosas

Willie Rosario mira con alborozo a su discípulo, mientras le escucha contar la historia de cuando, en sus inicios en el grupo, aprendió a comer serenata con bacalao.

También se disfruta los cuentos de los regaños que les impartió al cantante y a los demás músicos, ajustándoles su disciplina e impartiéndoles una enseñanza musical de esas que sólo se aprenden en el terreno.

“Yo crecí en esta orquesta. Mi primera bendición fue con (la banda de) Mario Ortiz, pero con Willie era mayor y pude recoger de él la disciplina que tengo”, dice el intérprete, quien se reencontró la pasada semana con su mentor en la fonda de Trastalleres, en calle Palma de Santurce, donde se dieron un banquete de arroz con habichuelas y empanada y pescado con viandas, respectivamente.

En su recuento, Gilberto Santa Rosa asegura que los días de trabajo junto a Willie Rosario eran intensos y sus exigencias, fuertes. Pero hoy, mirando al presente, reconoce que fue “lo mejor que me pudo pasar”.

En broma, “El Caballero de la Salsa” dice que se fue de la orquesta por lo duro de la disciplina.

“Willie, te acuerdas. Nosotros cobrábamos los martes y ese día tú decías la agenda del resto de la semana y hasta con la ropa que había que ir. Los jueves eran día de ensayo y válgame del que faltara”, cuenta el cantante, disfrutando las carcajadas de su maestro.

Destaca la firmeza de Willie Rosario como líder y la buena comunicación que mantenía en el grupo, al que se le exigía asumir responsabilidad por el éxito.

“Era menester de nosotros ponernos al día. Estábamos disfrutando de un momento especial, pero teníamos que ser firmes”, señala, mientras comparten anécdotas de amigos en común que solían encontrarse en la parada 15 de Santurce, en la cafetería Luna.

Resalta su talento

Willie Rosario destaca el talento, empeño y creatividad que siempre tuvo Gilberto en los cinco años que trabajaron juntos.

“Cuando estaba con el grupo se la pasaba haciendo cosas, inventando y sugiriendo. Estaba bien hecho porque hay cosas que se amoldan y era amarrar mi estilo con el de él”, manifiesta.

Cuenta que entre ambos nunca hubo tensiones ni conflictos, aun cuando el cantante abandonó el grupo en uno de los momentos de más gloria.

“Todo el que tiene una orquesta perteneció a otra antes. Gilberto era un muchacho que estaba 24 horas en esto y era natural que quisiera hacer más cosas. Yo me siento bien de que haya pasado por mi orquesta”, confiesa Rosario.

Sobre su salida, el vocalista de “Viceversa” aduce de que “la juventud es temeraria y tenía hambre de hacer cosas, pero si me preguntas ahora, a lo mejor no me hubiera llevado a Jimmie (Morales), el conguero de la banda. Estaba claro que esa orquesta era una institución y que iba a trascender con o sin mí. Por eso hoy estoy consciente de que los éxitos que me hicieron famoso con Willie le pertenecen a él y lo digo con honra”.

“Gilberto y yo nunca tuvimos problemas en la orquesta, sí opiniones diferentes. Intercambiábamos ideas como pasó con ´Lluvia´, que lo montamos para tocarlo sin intención de grabarlo, pero cuando empezamos a ver la reacción del público concluimos entre los dos grabarla. Siempre tuvimos química”, contó.

Asimismo, Willie Rosario, desempolvando sus recuerdos, rememora la noche en que durante unas fiestas patronales en Juncos, Tony Vega se empachó de alcapurrias y bacalaítos y no pudo cantar, por lo que tuvo que pedirle a Gilberto que se encargara de todo el repertorio.

“Cuando Tony dijo que estaba indispuesto yo acudí a Gilberto para que cantara los temas de él y como Gilberto se lo sabía todo, lo hizo. Hoy es difícil encontrar gente así”, manifiesta.

Gilberto Santa Rosa abandonó la orquesta en 1986 para emprender nuevos derroteros. La salida provocó aflicción, mas no resentimiento.

Ambos artistas no colaboran musicalmente desde 1999 cuando grabaron el disco de aniversario de “Míster Afinque”. Desde entonces han tropezado por la vida, mas no han compartido sus experiencias y talentos.

Este domingo, como parte de la celebración del “Día nacional de la salsa”, en el estadio “Roberto Clemente Walker” de Carolina, volverán a encontrarse para interpretar los éxitos más sonados de la época en que caminaron juntos.

Será un momento inolvidable para ambos, y desde ya confiesan que ajustan sus sentidos para revivir aquella época gloriosa.