Don Quique, fundador de la imponente orquesta en 1954, cargó en su mano izquierda una bandera puertorriqueña y saludó con frenesí a la multitud que abarrotó el recinto, en medio de una descarga de aplausos y vítores.
La alegría contagió a sus músicos, quienes reciprocaron con elegancia la gratitud del público que le acompañó hasta cerca de las 2:00 de la mañana, en un evento histórico que se encargó de pasar revista de la historia de la más antigua orquesta de salsa del país.
Los primeros acordes interpretados por el virtuoso Papo Lucca fueron para “Sonora pa´l bailador”, que despertó la magia del evento, seguido de “Vas por ahí”, “Ecue Baroni”, “Date cuenta” y los temas “Canción” y “Pensando en ti”, desgarrados en un espléndida vocalización de Mannix Martínez.
Al tiempo que la tarima estalló en musicalidad, los cuerpos de los salseros se contorcionaron, desprendiendo un aluvión de sudores que hizo valer la convocatoria del liderato de la orquesta en su tema inicial: “La Ponceña le ha cantado a todo el mundo, ahora le toca al bailador”.
La avalancha de recuerdos sonoros transitó sobre una veintena de grandes éxitos de la orquesta, entre ellos “La clave”, “Como mango”, “Nosotros”, “Tumba la caña jibarito”, “Suene el bongó”, “Prende el fogón”, “Yambeque”, “Piano salsero”, “Ramona” y “Fuego en el 23”.
Momento especial fue la interpretación de “Yaré”, una melodía sublime que en voz de Luisito Carrión sacudió la audiencia. Igual emoción despertó la vocalización de “Prende el fogón” por Tito Gómez, “Yo me río” por José Alberto “El Canario” y “Verde luz” por Antonio Cabán Vale (“El Topo”). La participación de Justo Betancourt, cantando “Bomba carambomba”, fue el único desatino de la noche ya que fue notable su despreocupación por aprenderse la letra.
Por la tarima también desfilaron Bobby Valentín, “El pequeño Johnny”, Roberto Roena, Johnny Pacheco, Lenny Prieto, Manolito Rodríguez y el joven Gerardo Hernández, estudiante de la escuela Libre de Música de Mayagüez que asumió el reto del solo en la flauta en el tema “La clave”.
El evento, conducido con distinción por Néstor Galán (“El Búho Loco”) y Shorty Castro, en una magnífica producción de Juanra Guzmán, fue toda emoción.
La Sonora Ponceña revalidó su sitial como una de las máximas autoridades musicales del país y el hemisferio, con una batería armónica e insuperable en las voces de Wito Colón, Pichie Pérez, Danny Dávila y Edwin Rosas.
El ambiente cadencioso que dominó la festividad también dio cátedra de tenacidad, firmeza, ritmo, cadencia y buen gusto. Razón suficiente para que el público se despreocupara de los asuntos cotidianos y, sin resistirse al movimiento provocador de la música de la Sonora Ponceña, sacudiera sus caderas, desplazándose en cada compás, sin rendirse, hasta el final, como hicieron las fanáticas Margaret y Laura.
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