Marvin Santiago en su último adiós con el pueblo

Tota

El salsero Marvin Santiago recibió el último abrazo de sus amigos, fanáticos y familiares la tarde del sábado, en una ceremonia que comenzó a media mañana en la Escuela de Bellas Artes de Bayamón y que concluyó en el cementerio de Lomas Verdes, en esa municipalidad.

El cortejo fúnebre recorrió el perímetro norte de la ciudad vaquera escoltado por más de una decena de patrullas y motoras de la Policía estatal y municipal, unido a otro grupo de admiradores motociclistas.

La ruta del difunto se copó de las miradas de fanáticos y curiosos que, entre aplausos, despedían a “El Sonero del Pueblo”. Entretanto, una camioneta con bocinas de alto alcance se encargó de ambientar el trayecto con las melodías que hicieron gloria en voz del artista.

Antes, un grupo de admiradores se acercó hasta la Escuela de Bellas Artes donde el cuerpo del artista reposaba desde el jueves. En una ceremonia informal y simbólica, Sandra Pagán, viuda del sonero, le entregó a la viuda del salsero Frankie Hernández la bandera nacional con la que se arropó el ataúd.

Marvin Santiago falleció en la tarde del miércoles como consecuencia de un paro respiratorio. El cantante sufría de problemas en los riñones, alta presión y diabetes crónica.

A la entrada del cementerio, decenas de personas aguardaban bajo un sol candente el arribo de su artista. La escena estaba adornada de afiches con la imagen del creador de frases como “O-fi-cial” y “Guayacol con uña rallá”, mientras algunos fanáticos lucían camisetas emblemáticas a temas salseros y otros alzaban recortes periodísticos con reseñas de la historia del sonero.

Al tiempo que el féretro se acercaba al portón del camposanto, la concurrencia se perdía en un fuerte y cálido aplauso. Toques de pandero guiaron el cuerpo hasta su última morada vociferando los estribillos de una de las plenas que hace varias décadas popularizó: “No quiero pena / tampoco llanto / lo que quiero es bomba y plena / pal´ camposanto”.

El cantante Billyvan, hermano menor del salsero, recibió, por su parte, el abrazo solidario de varios de los presentes, mientras su viuda, Sandra Pagán, ataviada con una camiseta que lucía una caricatura de su amado esposo, era guiada de la mano por su hija Venus.

En la capilla del cementerio, sobre un centenar de fanáticos –entre los que estaban los ex boxeadores Wilfredo Vázquez y Alfredo Escalera y los salseros Tito Allen y Luisito Carrión– se atestaron para escuchar la última despedida del intérprete de “Soy boricua”, “El jíbaro y la naturaleza” y “Vaso en colores”.

El primero en hablar fue el pastor Peter Rivera, quien aplaudió la hazaña de Marvin Santiago al convertirse al evangelio y reordenar su vida en el cristianismo.

Las palabras del religioso recibían el eco silencioso de Bobby Valentín y su esposa Oria, quienes posados frente al ataúd y consolando el llanto y los sollozos de la viuda, extendían el discurso con un rezo.

Seguido, intervino el alcalde de Bayamón, Ramón Luis Rivera, hijo, que llegó al cementerio acompañado de su padre.

Una de las hermanas del cantante, Zulma Santiago, habló a nombre de la familia. Flanqueada por la imagen de la Virgen del Carmen, la octava hija de don Roque Santiago, de un total de 25 hermanos, recontó varias anécdotas familiares que apuntaban a explicar la génesis del talento del mayor de sus hermanos.

“Mi padre tenía esa jocosidad increíble que Marvin heredó y nuestra madre, Ana Luisa Rodríguez, era trovadora y nos levantaba todas las mañanas improvisando décimas. De ahí vienen las cosas que Marvin hacía y que muchos se han preguntado cómo lo logró”, expresó Zulma, quien en varias ocasiones nombró a su hermano como “Papo”.

Antes de finalizar se dirigió a la viuda. “A Sandra, no tengo nada que agradecerle. Tengo que felicitarla porque ella hizo lo que se comprometió cuando se casó. Estar en las buenas y en las malas”, dijo Zulma, mientras reclamaba un aplauso para su cuñada.

Sandra Pagán, en cambio, no habló. Su rostro estaba rojo, sus ojos hinchados por el llanto y su mirada lenta y acuosa. Sólo se limitó a gritar desde el lado izquierdo del ataúd: “Voy a decir como diría Marvin: ´Si me quejo, soy un canalla´”.

También, habló John Benítez, consejero penal de Marvin Santiago mientras éste estuvo en prisión y quien negoció que se le permitiera grabar un disco desde la cárcel (“Adentro”, 1981).

La ceremonia concluyó con la entonación de una plena de despedida, escrita por Billyvan y que fue coreada por los presentes.

Luego, el cuerpo de El Sonero del Pueblo se dirigió a uno de los nichos del cementerio, donde uno de sus más fieles seguidores colocó la monoestrellada mientras el público le regalaba su último aplauso.