“No tengo idea, de verdad. No lo he pensado, lo juro”, dijo sorprendido a El Nuevo Día.
Danny sólo sabe que aún no ha cantado las melodías que más le gustan, aunque la más que se parece a su vida es El que canta, que popularizó Daniel Santos.
Hoy, si tuviera que comenzar su carrera, optaría por todo aquello que lo ayude a ser un mejor ser humano, artista e individuo.
Lo haría escuchando su voz interior, comprendiendo que la fuente de la sabiduría y crecimiento personal se encuentra en sí mismo y en su entorno, porque cada ser humano puede ser un maestro.
45 años después, no olvida su debut profesional: en el Hotel la Concha con Johnny Johnson. No se le esfuma de la memoria porque entró corriendo al escenario imitando a Tom Jones y resbaló.
“Yo veía el programa de Tom Jones. No tenía experiencia y me preguntaba cómo debía salir. Salí corriendo y resbalé, como dando un slide de pelotero, que hora y media después tenía al público riéndose a carcajadas”, evoca Danny, que entonces, entre 1969 y 1970, salía del anonimato con la interpretación del éxito Amor, amor, grabada con The Clean Cuts para el sello Gema.
Danny, quien había cantado con la Orquesta de César Concepción, fue firmado por Velvet Records, casa disquera que en la década del 70 lanzó a artistas del patio como Wilkins y Sophy.
Posiblemente sus éxitos más trascendentales los grabó con Velvet, como sucedió con Amada amante, Tantos deseos de ella, Libre, Mi viejo y Tu pueblo es mi pueblo.
Sin embargo, Alborada es su disco favorito. Editado en el segundo lustro de los 70 por TH, el elepé que contiene Alegoría, la danza Tú vives en mi pensamiento y el Villancico yaucano de Amaury Veray es la grabación cumbre de una discografía de casi 70 títulos, entre álbumes propios y compartidos con otros artistas.
“Marcó una transformación significativa en mi vida. Nació aquí en el Viejo San Juan. Se hizo con una mística y un propósito. Cada canción, la carátula, el encuentro con los músicos… Se convirtió en un icono, en un momento de transformación y crisis en Puerto Rico”, señaló Danny sobre el clásico discográfico que produjo junto a Roberto Figueroa y otros músicos sanjuaneros.
Alborada fue su respuesta a las heridas de Vietnam, a las luchas culturales y políticas de los 70. A su entender, existe un paralelismo entre ese disco y parte de las propuestas del reggaetón contemporáneo.
“Es atreverse a romper con lo establecido por el sistema y decir cosas. No es que el reggaetón sea lo equivalente a Alborada.
Es que este es otro mundo en el que la gente busca más alejarse de las realidades de las crisis, sin importarle lo que ocurre en Irak o Nueva Orleans, pensando ellos en estar bien. Y en ese sentido hay una gente que quiere decir algo en el reggaetón, pero que los escuchen es otra cosa”, explica Danny.
45 años después, lo más triste que le ha sucedido en su carrera fue la quema de sus discos, tras cuestionarse su compromiso con la lucha por la independencia. Acontecimiento, según reflexiona, que lo ayudó a crecer como ser humano y a fortalecer su carácter.
Hoy, lo más que le complace es su consistencia en el lanzamiento de trabajos de calidad, como su antología de la danza puertorriqueña; el elepé de villancicos Pido paz, con el cual contribuyó al adecentamiento de las letras navideñas; su disco de tangos; otro en homenaje a Tito Rodríguez; dos con voces y guitarras en tributo a Cheíto González; su reconocimiento al Inquieto Anacobero y entregas obligadas, de reafirmación nacional, como Borinquen vive y Enamorado de la paz.
Paradigmas de su compromiso con la cultura, valor de la puertorriqueñidad desvirtuado e hipotecado muchas veces, según opinó.
“Es que la gente ha cogido la cultura como si fuera una fotografía antigua que colocan en la pared y la miran de vez en cuando.
Es como un objeto olvidado. En un momento eso me frustró, pero ya no porque, por mi parte, estoy cumpliendo con lo que tengo que hacer”.
En medio de su lucha, Danny Rivera no aspira a riquezas ni a comodidades. Sólo le pide a la vida mucha salud para seguir trabajando.
“Estoy cuidando mi salud para ver si puedo dar más. Estoy buscando, cómo a los 60 años puedo tener una energía estable que me permita desarrollar otros proyectos”, concluyó el trovador del amor que espera, con la ayuda de Dios, seguir arrullando a los enamorados con la ternura de Tantos deseos de ella y Amada amante.
© CARACOL S.A. Todos los derechos reservados.
CARACOL S.A. realiza una reserva expresa de las reproducciones y usos de las obras y otras prestaciones accesibles desde este sitio web a medios de lectura mecánica u otros medios que resulten adecuados.