El Septeto Habanero se presentará el sábado 16 de septiembre en el hotel Jaragua.

Tota

Se escucha en la radio del Compay Juanito, allá, en Borojol: “A la loma de Belén, a la loma de Belén” y el viejito de la esquina armado de sus zapatos blancos y negros, y sus pantalones con breteles empieza a dibujar en el suelo con sus pies, sin que el resto de su cuerpo se lo impida.

-¡Esto sí es bueno, mi compadre! ¡Esto es lo que se llama son!, gritaba el anciano -sólo de edad-, y el vaso de ron en la mano completaba el cuadro. En verdad, alegría con sabor a pueblo, historia y música es lo que trae el son, un ritmo nativo de Cuba, pero adoptado por todos los que lo han escuchado.

El Septeto Habanero es una leyenda viva en este género musical, formado en 1920 por Guillermo Castillo y Gerardo Menéndez, y que este sábado 16 de septiembre tendrá su primer encuentro con el pueblo dominicano en el salón La Fiesta del hotel Jaragua.

Pedro Ibáñez, mejor conocido como “Pedrito”, guitarrista y uno de los líderes de la agrupación, compartió su sabiduría en estos menesteres a través de la vía telefónica desde Cuba.

¿Qué significa el son para los cubanos y en especial para usted?

Esa es la música que entendemos, es la que nos caracteriza. Es la chispa esa que tiene el cubano, la diversión. Aquí todo lo hacemos al compás del son.

Una agrupación formada desde 1920, toda una institución. ¿Qué diferencia al Septeto Habanero de aquel entonces al actual?

Nos diferencian los equipos e instrumentos que usamos para amplificar, porque antiguamente se tocaba sin amplificación. Los números son más o menos los mismos, la línea a seguir es la misma, el son que le mostramos al público es el mismo para que se diviertan.

La música evoluciona conforme pasan los tiempos. Sin embargo, se señala al Septeto Habanero como uno de los grupos que mantiene la esencia del son de antaño. ¿A qué se debe esto?

El Septeto Habanero trata de mantener la misma sonoridad, el mismo aire, el mismo ritmo de su principio. Lo que hicieron aquellos señores que iniciaron este estilo, nosotros tratamos de hacer eso mismo; y los que han pasado por aquí, en los 86 años que vamos a cumplir pues tratan de hacerlo igual. Mantener el estilo propio del habanero, para que no desaparezca el son cubano. Porque ¡sones hay muchos!, pero el son cubano es lo que tratamos de mantener.

¿Está usted de acuerdo con las fusiones y transformaciones musicales de las últimas décadas?

Todo lo que sea evolución está bien. La juventud como es natural, no se puede estancar en una sola cosa, debe evolucionar, porque en la vida todo evoluciona. No podemos tocar rap, lo que tenemos que mantener es el son, que es la música que entendemos tiene el “pitido” ese que nos hace vivir y divertir, ¡vaya!. El rap hay que dejárselo a la juventud porque es su época y ellos son los que tienen que tratar de mantenerlo, como nosotros tratamos de mantener el son cubano.

¿Qué tiene de especial la vida de un sonero?

La diversión. Siempre está pendiente a cómo conseguir un nuevo son, qué cosas se les puede agregar a un son hecho ya. ¡Por mí pueden estar tocando son to` el día!, yo estaría muy contento. ”Creeme, nosotros escuchamos son cuando hacemos cualquier cosa: en la ganadería, cortando caña, chapeando, arando; siempre tenemos la tonadita y creo que el dominicano es parecido.

Si tuviera la oportunidad de convencer a un rockero para que se enamore del son, ¿cómo lo haría?, ¿cuál sería su argumento?

¡Vaya!, tocándole el son para que lo disfrute (risas). No te preocupes que él llega.

¿Qué valoración le merece el ritmo musical de la salsa?

Es el mismo son, pero con instrumentos agregados y una armonía más amplia. Las cosas son las mismas: Los tocados de pianos, la trompeta, el martillo del bongó es el mismo, el cencerro. No se ha inventado nada, ¡no hay nada nuevo!, la salsa es el mismo son.

No obstante, este ritmo ha resultado ser más comercial que el son.

Aparentemente más comercial. Pero habría que ver si se puede mantener. ¿Usted cree que la salsa se puede mantener durante 85 años?

¿Cómo se sienten con este primer encuentro con los dominicanos?

Muy contentos. Creo que lo van a disfrutar y que lo van a gozar mucho.

Muchas generaciones han seguido su música, incluso muchos han muerto esperando ver una presentación de ustedes en vivo, ¿De qué ellos se han perdido?

Se perdieron de escuchar una música agradable, del pueblo. Una música que hace mover a la persona más tranquila. -¡Sabrosura! (grita su esposa, desde la cocina). Esta música hace divertir y gozar a cualquiera. No hay forma de no disfrutarla.

Cientos de canciones han sido tocadas por ustedes. ¿Cuál pueden señalar como la más emblemática?

Son tantas las canciones que me resulta difícil elegir una, pero te cuento que una vez estuve en Bélgica y del público una mujer me gritó -¡Pedrito!- y yo dije:” Ave María, ¿quién me llama? -Yo soy dominicana y quiero que me toques “A la loma de Belén”, porque con esa canción mi mamá me dormía”.

¿Cuál es su valoración con relación a los soneros dominicanos?

Son muy buenos. Aquí en Cuba hubo una época en la cual ellos tuvieron mucho apoyo y estaban bien pegados. Ahora porque, imagínate, los años no perdonan (risas) no me llega a la mente ningún nombre, pero sé que el son que realizan allá es muy bueno y tenemos respeto por el mismo.

Se habla de una cierta barrera hacia los cubanos que permanecen en el régimen, en las premiaciones que se realizan en territorio estadounidense, como el Grammy. ¿Qué puede opinar sobre ello?

No hemos pasado ni una esquina cerca de ahí. Tenemos 85 años y nunca hemos ganado un Grammy. Nos sentiríamos orgullosos de decir: un habanero se llevó un Grammy, pero hay que ver. Imagínese una de las cosas que más machaca es eso, la comercialización de los discos.

En nuestro país ocurrió un incidente entre el merenguero Sergio Vargas por usar una t-shirt del Che Guevara con los conductores del programa “El vacilon de la mañana”, quienes son cubanos del exilio. ¿Qué opinión le merece este caso?

Pienso que eso fue exagerado. No entiendo por qué ellos hicieron ese litigio. Yo he viajado a muchos lugares en el mundo y donde quiera yo veo a gente con un pull-over con la cara del Che Guevara. Su imagen está de moda. Mucha gente se pone la camiseta sin saber sus ideales ni lo que significa, por eso entiendo que no tiene sentido que hicieran ese litigio en contra del merenguero.