Esa nota de su ánimo baja y vuelve a subir conforme se amolda al recuerdo: casi es melodía lo que emana de las palabras del sonero Luisito Carrión al agradecer “a Dios un ratito libre” junto a su progenitor, el bajista Ángel Luis Carrión.
Para Luisito, disfrutar el privilegio de tenerlo cerca ahora, cuando su carrera musical alcanza metas en todas direcciones del mapamundi, lo obliga a valorar mucho más el ejemplo de su padre, quien hace lo mismo en la Isla desde hace 38 años junto a su orquesta Kaffé.
“Es… una emoción muy grande que no puedo explicar. Es tener de frente al creador de uno, después de Dios”, expresa Luisito Carrión sobre la experiencia de ver entre el público a Ángel Luis Carrión, a quien debe el don de “poner a gozar a los demás desde la tarima” aun en medio de la adversidad.
“Yo quería que fuera músico, vi el talento desde el principio y me ocupé de atenderlo”, agrega Ángel Luis. Su sonrisa crece cuando observa a su nieta Zuleyka Carrión Marti, de 13 años de edad, afanada en sus lecciones de guitarra, piano y batería a instancias de las enseñanzas de su padre Luisito.
A su “nene”, en cambio, le vienen a la mente escenas de su niñez, viendo cómo su padre y los instrumentistas de su orquesta se amanecían para hacer de la música el entretenimiento de otros y, a la vez, el sustento suyo. Era obvio que, para lograr ese doble propósito, hacía falta un buen paquete de valores como la responsabilidad, la seriedad y, más que nada, la humildad, analiza Luisito.
“Su oído estaba acumulando lo que iba a ser su primera presentación con la Sonora Manatieña. Su corazón se estaba enamorando de esta cuestión y su mente estaba viendo el sacrificio que implica este trabajo”, agrega Ángel Luis.
De esa manera, cobran un sentido especial las palabras del padre del intérprete de “Yaré” cuando afirma que, “a través de la música, Luisito ha conocido la vida y el mundo. Me siento muy orgulloso”.
Por eso, cuando su vástago se separó de la orquesta Kaffé en 1979, aunque el desprendimiento “fue fuerte”, no dudó en apoyarlo, para luego verlo pasearse cómodo por las orquestas más famosas de Puerto Rico, como Alfa y Omega, la Nativa, DI13, Concepto Latino, Salsa Fever, La Terrífica, la Sonora Ponceña y la de Bobby Valentín.
“Pero fue básicamente con él (Ángel Luis) que pude concretizar que esto es un trabajo en el que hay que responder. Uno tiene que hacer que la gente goce, pero no con chapuserías”, argumenta el cantante, quien también es padre de Jomayra, Luis Antonio y Christian.
“Y hay que enfrentar los retos”, agrega el vocalista, caracterizado por interpretar canciones difíciles “que casi nadie quiere cantar”, en las que “uno le mete un submarino si las notas son muy altas o, chacho, una cirugía plástica” si es muy bajo su registro.
Así se lo enseñó su padre.
En su vida, a Luisito Carrión también le tocaron retos, como el accidente de automóvil que sufrió en 1980 y tras el cual se tronchó una de sus metas inciales: ser trompetista.
“Perdí un montón de dientes y ya no puedo hacer la embocadura”, relata mientras su progenitor le da una palmada cariñosa, como la que lo sostuvo incondicionalmente durante semanas en el hospital.
Actualmente, “El asicalao de la salsa”, cuya carrera es manejada por su esposa, Jenny Marti, se prepara para su segunda producción musical, esta vez con el sello colombiano CoDiscos, pues “aquí nadie me quiere grabar”.
Su padre, entretanto, continúa rindiendo frutos en diversos puntos de la Isla con la orquesta Kaffé y sus vocalistas Radamés Sierra y Miguel “Guelé” Morales.
Padre e hijo dejan la cháchara para aprovechar su “ratito”, pues este domingo, Día de los Padres, Luisito estará en Cali, Colombia.
“Muchas veces he querido que trabajemos juntos, pero él está más rankeao que yo y…” no importa, porque Luisito lo invoca cada vez que le regala a la audiencia su particular risa.
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