Cuando le propusieron estar al frente de una orquesta, para el año 1962, la idea era que el nuevo grupo se llamara Rafael Ithier y su Combo. Pero, por aquel entonces, el pianista estaba decepcionado con el ambiente musical, por lo que aceptó el reto con la condición de que el conjunto no llevara su nombre.
Lo curioso es que cuatro décadas después de que Rafael Ithier tomara la decisión de darle otra oportunidad a la música, mencionar El Gran Combo de Puerto Rico es lo mismo que decir Rafael Ithier.
“Cuando Rafael (Cortijo) e Ismael (Rivera) comenzaron en las drogas me sentí frustrado, porque empezaron las irresponsabilidades y decidí salirme del Combo. Luego otros de los músicos también se fueron y vinieron donde mí para que organizara un nuevo grupo. No quise que le pusieran mi nombre al conjunto porque estaba tan decepcionado que pensaba que no iba a durar ni seis meses. Ya había decidido retirarme de la música y dedicarme a estudiar administración comercial”, relata como quien lee un libro de cuentos a un niño curioso.
Tras haber sido parte del vertiginoso éxito de Cortijo y su Combo y luego de ver desmoronarse los sueños de sus integrantes a causa del vicio de sus figuras principales, Ithier quería asegurarse de no repetir la experiencia. Pero no contaba con que algunos tomarían su acción como una traición a sus antiguos amigos. Así las cosas, los inicios de El Gran Combo fueron cuesta arriba.
“A nosotros nos dijeron de todo, fue un momento bien difícil y yo fui el blanco de todas las críticas. Éramos ‘non gratos’, al punto de que a veces no conseguíamos ni dónde ensayar y eso dolía, porque estábamos tratando de hacer algo constructivo. Recuerdo que un día llegaron unos supuestos amigos a uno de los ensayos y me lanzaron una amenaza. Fue tremendo intento de intimidación, pero eso fue precisamente lo que me motivó a seguir adelante. Les dije: ‘Díganle a quien los mandó que dije yo que vamos pa’lante”.
En efecto, y a pesar de que no estudió en la universidad, si por algo se ha destacado Rafael Ithier es por ser un buen administrador, pues El Gran Combo es considerado como una de las instituciones musicales más sólidas de la industria.
“Mucha gente me dice que El Gran Combo está en su época dorada, pero para mí los primeros años fueron los más importantes, porque fue cuando el grupo se organizó. Le hice ver a los muchachos que esto era una sociedad, una familia y que yo no era el mandamás, sino que todo el mundo, aparte de ser músico, tenía que tener una responsabilidad, como tesorero o secretario, por ejemplo. Ahora estamos recogiendo los frutos de lo que sembramos”.
No obstante, a lo largo de 44 años de trayectoria, El Combo ha tenido sus altibajos. Luego del súbito éxito del grupo a mediados de los 60, cuando acapararon con su salsa la radio y la televisión local, llegó el tiempo de las vacas flacas.
“Para el 1968 estábamos en un programa diario en WKAQ, estábamos en la televisión en ‘La taberna India’, en ‘Luis Vigoraux Presenta’, en ‘El show de las 12’… y el grupo se quemó. Ese mismo año nos despidieron de todos esos sitios y también de la compañía de discos. Ésa fue la época en que Robertito (Roena) organizó el Apollo Sound y nació un grupo muy bueno que impresionó. Era algo novedoso y nos comenzaron a sustituir”.
El Gran Combo se quedó en la calle y durante los próximos tres años estuvieron en decadencia. Así que Andy Montañez, entonces vocalista del grupo, se ofreció a poner su casa como garantía para que la orquesta obtuviera un préstamo y pudiera grabar un nuevo disco. Esa producción se tituló “De punta a punta” y puso de nuevo en el mapa a Los Mulatos del Sabor hasta el sol de hoy.
Pero ésa no fue la única vez que Rafael Ithier saboreaba la escasez. Su niñez la vivió de forma humilde en el barrio Monacillos de Río Piedras. A sus ocho años de edad quedó huérfano de padre, por lo que su progenitora, costurera de oficio, tuvo que hacerse cargo de Ithier y sus tres hermanos.
“Conozco lo que es la miseria extrema porque la viví, pero aprendí a querer a la gente y a respetar a los demás. Aprendí a ser responsable y a saber que hay que ser agradecido con los que te ayudan”, dice sin perder ese positivismo que le sale por los poros y con el que contagia a todo el que le conoce.
Debido a esa pobreza económica, para Ithier -quien heredó el arte de su tío Salvador, integrante del Trío Borinquen y quien le enseñó las primeras notas en la guitarra- fue imposible estudiar formalmente música, una de las únicas dos cosas que lamenta en su vida. No obstante, pudo desarrollarse como arreglista y compositor.
“La necesidad me obligó a meterme en esto sin estar totalmente preparado. Eso lo lamento, pero me siento agradecido de considerarme un autodidacta. Empecé tocando contrabajo, de oído, y luego cambié al piano gracias a una señora que me regaló un piano viejísimo. A los 20 años fue que me pude comprar un pianito reusado y fue a plazos cómodos”, dice entre risas para luego reflexionar sobre su segundo sacrificio personal que también lamenta.
“Cuando uno se dedica a la música y viaja tanto, descuida a la familia, eso no se puede negar. A mis hijas no las vi nacer…”, confiesa quien a sus 80 años, lleva 51 años de casado con Carmín y es padre de seis, abuelo de cuatro y bisabuelo de dos.
Pero aunque el costo personal pueda parecer alto, el pueblo de Puerto Rico y una buena parte del mundo, en donde se ha presentado El Gran Combo, se ha encargado de remunerar a Rafael Ithier.
“Hemos tocado en los lugares más raros del mundo, como en Quibdó, un pueblo en medio de la selva en Colombia, donde nadie había querido ir. El recibimiento fue tan grande que nosotros hasta lloramos. La gente nos tocaba las manos, porque no creían que habíamos llegado hasta allí. Por eso fue que nos atrevimos a ponernos el apellido, El Gran Combo de Puerto Rico, porque cuando estamos en una tarima, lo que estamos pensando es en nuestra Isla. Eso lo llevamos con mucho orgullo, es nuestra responsabilidad y la disfrutamos”, explica emocionado, al tiempo que aclara que la Universidad de la Salsa nunca ha tocado en un evento político “aunque nos han ofrecido hasta el vivir”.
“Nosotros no somos de ningún partido, queremos unir al pueblo, no dividirlo”, añade Ithier, quien se ríe cuando se le pregunta si El Gran Combo está en venta. “El Combo es un patrimonio nacional, así que el pueblo de Puerto Rico es el único que puede venderlo”, riposta.
Pero se torna serio cuando el cuestionamiento es si dicha institución musical se mantendrá viva cuando él ya no esté a la cabeza.
“Nosotros somos como una familia y los muchachos me ven como un padre al que le aceptan todas sus decisiones. Así que ellos dependen mucho de mí y piensan que todo lo que hago está bien, pero la verdad es que he cometido muchos errores. Ésa es la única dificultad que tienen que sobrepasar, porque estoy seguro que este grupo puede caminar solo. El Gran Combo tiene suficiente fuerza y capacidad en su organización para seguir”, concluye Ithier con su distintiva voz ronca, sincera y apreciada por todo el que le conoce.
© CARACOL S.A. Todos los derechos reservados.
CARACOL S.A. realiza una reserva expresa de las reproducciones y usos de las obras y otras prestaciones accesibles desde este sitio web a medios de lectura mecánica u otros medios que resulten adecuados.