Alberto Cortez encanta a Miami

Tota

Alberto Cortez en un momento de su presentación.Alberto Cortez se quejó en la conferencia de prensa que ofreció un par de días antes de su recital de cámara de la noche del sábado ante un Miami Dade County Auditorium lleno hasta la bandera, por no haber podido venir en 20 años a cantar solo a Miami, pero el público que lo escuchó durante casi tres horas cantar y hablar sus mayores éxitos lo premió con estruendosos aplausos en compensación.

Aunque con notorio sobrepeso y lento andar, el alto cantautor argentino de 67 años, que vive desde hace más de cuatro décadas en Madrid, dejó satisfechos a moros y cristianos con un recital en el que se hizo acompañar sólo por el pianista Fernando Marías y no sólo cantó casi todas las canciones que esperaban sus admiradores incondicionales (en su gran mayoría peinando canas), sino que demostró también su dominio de la poesía, recitando conmovedores versos antes de sus composiciones, y su fina vena humorística.

Cortez aprovechó el cálido recibimiento del público miamense para ir más allá de la música, que era el motivo principal de la cita, contando anécdotas como que el comediante cubano Guillermo Alvarez Guedes fue el que editó su primer disco aquí, especialmente por ”una palabreja” que le llamó la atención.

El tema fue Manolo, que cuenta la historia de un hombre que se enamora de una prostituta y lo invita a lanzar el dolor ”a la m…” y a ahogar las penas a una taberna.

Ese tema fue grabado también por el bolerista chileno Antonio Prieto, a quien Cortez describió como ”uno de los más grandes cantantes que me ha tocado conocer” y recitó una carta que le envió años atrás, en la que le señaló que ”somos trigo que amasa el mismo pan” y reconoció que “yo te debo bastante”.

Haciendo gala de su buen sentido del humor, cuando el público pedía a gritos las más diversas canciones que ha hecho famosas, tanto de su autoría como de otros compositores, les dijo: ”Ustedes pidan nomás, que yo voy a cantar lo que me dé la gana”, provocando una carcajada general y un estruendo aplauso de los presentes.

En un escenario sencillo, adornado sólo con un florero de decenas de rosas rojas y una pantalla gigante de televisión que mostraba imágenes geométricas, Cortez, vistiendo un sobrio traje negro y camisa negra, fue repasando su nutrido repertorio, el que incluyó su clásico Distancia, el que el público de Miami conoce al dedillo en la excelente versión de Susy Lemán, que difunde regularmente ella misma en su espacio diario de la radioemisora Clásica 92.3.

Lamentó por otro lado que sus discos no se encontraran muy fácilmente en las tiendas de Miami, por lo que invitó a sus admiradores a que los adquirieran en el vestíbulo durante el intermedio de 15 minutos y él se los firmaría luego.

Además, cantó A partir de mañana, Te llegará una rosa, Te sigo queriendo, En un rincón del alma, Mi árbol y yo y Castillos en el aire, entre otros.

Uno de los momentos más conmovedores de la jornada se produjo cuando interpretó El abuelo, tema que al parecer le llegó muy profundamente a sus seguidores descendientes de españoles que un día salieron de Galicia a hacerse la América y no pudieron regresar a su patria al encontrar la muerte en tierras extrañas.

Igualmente emocionó al público con Miguitas de ternura, una canción que habla de un niño perdido por el mundo que lleva todas las razas sobre la piel y si se le pregunta qué busca, dirá: ”Miguitas de ternura yo necesito/ si le sobra un poquito, démelo a mí”, versos que cantaron todos los que repletaban el teatro de West Flagler.

Pero Cortés se empeñó en dejar en claro que su creatividad no se ha quedado anquilosada, a pesar del enorme bagaje de éxitos que ya ha acumulado a través de los años y se atrevió a estrenar una nueva canción, titulada Lupita, tocando muy de cerca a la gente mayor que había entre el público.

”Esta es la primera vez que cantaré en público esta canción de amor y desamor”, dijo solemnemente, logrando al final la aprobación rotunda de la audiencia del tema que narra cronológicamente la historia de una pareja a través de los años, hasta que cuando llegan a la vejez, él le dice: “Ay, Lupita, te quiero más que ayer”.•