Cerca de 14 mil personas, en su inmensa mayoría jóvenes, comenzaron a vitorear a los integrantes de la agrupación con una fuerza de desespero. Querían escuchar las melodías cadenciosas que, en los últimos años, han formado parte del gusto popular en esta nación andina y que se suelen oír en cualquier esquina de las calles quiteñas.
Los músicos ocuparon sus puestos mientras Rafael Ithier, líder del grupo, lanzaba su rauda mirada a cada extremo del proscenio para garantizar que todo marchara en orden en el espectáculo “Salsa con amor”.
Segundos más tarde, y parado justo al lado de la banqueta del piano que ocupó por 45 años, marcó un “one, two, one, two, three, four”. De inmediato, el sonido de las trompetas de Víctor Edwin Rodríguez (“Cano”) y Tati Maldonado; los saxofones de Freddy Miranda y Eddie “La Bala” Pérez y el trombón de Moisés Nogueras, junto al acompasamiento del pianista Willie Sotelo y el ritmo de Freddy Rivera (bajo), José “Pollo” Torres (congas), Cuqui Santos (timbal) y Richie Bastar (bongó) sonaron las primeras tonadas del tema “No digas que no”.
El público no demoró en ponerse a bailar, mientras coreaba las canciones.
“Ámame” y “Se nos perdió el amor” alimentaron el repertorio que selló la intervención del conjunto, que se extendió por una hora y diez minutos.
El sonido de la agrupación, a cargo de los ingenieros Billy Torres y Biriquín Rivera, estuvo regio, provocando que en cada rincón del enorme coliseo quiteño retumbara con fuerza la salsa de El Gran Combo, que estuvo antecedida por la intervención de la orquesta de Gilberto Santa Rosa.
Al tiempo que transcurría la música, el rostro de Rafael Ithier presenciaba una transformación melódica. Sus ojos cerrados, escapando una sonrisa, iban transfigurando el semblante del afamado director, quien no dejó ni un instante de mover sus manos y sus dedos como si estuviera acariciando los acordes de su piano, mientras Charlie Aponte, Jerry Rivas y Papo Rosario cantaban.
Entretanto, la pierna derecha del líder salsero, que hace unos meses celebró su cumpleaños número 80, mantenía el ritmo de la clave como una constante, al tiempo que tarareaba las canciones y vocalizaba los coros.
Cada vez que la orquesta cabalgaba por uno de sus cadenciosos mambos, el cuerpo de Rafael Ithier se contoneaba con una energía envidiable y, por momentos, lanzaba algún paso de baile. Es difícil precisar si el veterano director goza más de esta nueva posición en la agrupación –la que asumió voluntariamente–, o si por el contrario, añora regresar a su antiguo banquillo.
Desde este nuevo sitial, Rafael Ithier no paraba de observar el curso de su orquesta y con su mirada –y hasta a veces con palabras– impartía directrices a sus “muchachos”.
También autorizaba a Willie Sotelo a zarandearse en rítmicos solos de piano, custodiando que las notas no descarrilaran el sonido que él mismo creó. Entretanto, el nuevo pianista del colectivo manejaba su instrumento con soltura, buscando de reojo la afirmación de su maestro.
“Me gusta estar parado al frente de la orquesta porque así los agito y les meto caña”, admitió Rafael Ithier.
Poco después, la vocalización de “Falsaria”, “Ojos chinos” y “Aguacero” mantuvieron a la concurrencia sumergidos en un fuerte alborozo.
Luego vino el tema “Vida vencida”, una hermosa melodía consignada en una de las viejas grabaciones de El Gran Combo y en la que el versado músico Freddy Miranda se elevaba en unos mágicos solos e interludios de saxofón.
A “Brujería”, en una versión ampliada, le correspondió cerrar el espectáculo musical, no sin antes producir varios momentos de euforia en el auditorio, como ocurrió cuando los músicos Freddy Miranda, “La Bala”, Moisés Nogueras, Tati Maldonado y “Cano” bajaron de su estrado bailando para, en una fascinante coreografía, recorrer casi toda la tarima.
La fatiga de los músicos fue poca, pese a que la ciudad de Quito suele ahogar por su altura.
“Los Mulatos del Sabor” concluyeron su primera presentación musical en Ecuador “nuevos”, sin ningún cansancio visible. Por el contrario, mostraban una sonrisa pícara como queriendo consignar que, a su edad, aún son capaces de provocar el arrebato de las féminas, las que no dejaron de gritar y aplaudir los osados movimientos de sus cuerpos.
Anoche, repetirían su dosis musical en el Estadio Modelo, en Guayaquil, una de las plazas artísticas más fuertes de El Gran Combo en esta república sudamericana. Luego, se trasladan a las ciudades colombianas de Cali y Barranquilla, donde son considerados ídolos. La gira concluirá con dos presentaciones en la fiesta de carnaval de Panamá.
© CARACOL S.A. Todos los derechos reservados.
CARACOL S.A. realiza una reserva expresa de las reproducciones y usos de las obras y otras prestaciones accesibles desde este sitio web a medios de lectura mecánica u otros medios que resulten adecuados.