Pérez, quien conoció a la cantante, supo también que la exhibición no debería de consistir simplemente de vídeos y fotos de esta la máxima figura emanada de Cuba, sino que también debía de incluir objetos suyos, que permitieran conocer su verdadera persona.
Los vestidos de Cruz, sus zapatos y coloridas pelucas eran necesarios para dar una imagen completa de ella y su desarrollo como intérprete.
“Ella fue quizás la más importante cantante latina de su generación”, dijo Pérez. “Cuando ella murió, decidimos que deberíamos honrarla debido a su gran influencia en la música mundial”.
Cruz es reconocida de esa forma en la exhibición “¡Azúcar! La Vida y Música de Celia Cruz”. La muestra, que se origina en Washington, D.C., en el 2005 y viajó a Los Ángeles y Miami, se encuentra en San Antonio hasta abril en el Museo Alameda, filial del Instituto Smithsonian.
El título de la exhibición va más allá de su significado original, dijo Henry Muñoz III, presidente fundador del Alameda, al señalar que era la frase favorita de Cruz y representa su forma de enfrentar la vida.
“Era el espíritu de su vida, la energía que personificaba”, dijo Muñoz.
Además de su vida como cantante, Cruz amaba los vestidos coloridos. Aunque abundan las grabaciones en vídeo, documentos e historiales sobre la carrera de esta ganadora del Grammy, los centros de mayor atención en la muestra son sus vestidos de sirena, las “batas cubanas” y sus zapatos con tacones imposiblemente altos.
Pérez, quien trabajó junto con el Museo Nacional de Historia de Estados Unidos para preparar la exposición, dijo que esta debía de contar con “las cosas que usó, las cosas que eran importantes para ella. Los zapatos son especialmente destacables, porque creo que representan su originalidad”.
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