Estaba en posición fetal, no tenía heridas, tampoco veneno o droga en la sangre, sino los pulmones llenos de tierra, de acuerdo con el Instituto de Medicina de Malatya. Los crímenes de honor siguen siendo una práctica común en Turquía, sobre todo en el sudeste, donde los clanes kurdos castigan a las mujeres por hablar con desconocidos y siguen concertando matrimonios.
Tanto el Gobierno turco como numerosas asociaciones defensoras de los derechos humanos incrementaron sus esfuerzos para poner fin a los crímenes de honor, una práctica que oficialmente se cobra casi 300 muertes al año.
Sin embargo, las encuestas muestran que este tipo de castigos siguen gozando de popularidad en el sudeste del país, especialmente entre la comunidad kurda.
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