“No soy una adicta al sexo, represento a las chicas normales, que, como yo, necesitan comprar estos productos”, aclara Nat Narvey, como es su nombre, testea cada semana decenas de artefactos y luego les pone una puntuación en informes que entrega a sus jefes, un sex shop llamado Passion. “Mi trabajo es recomendar los mejores juguetes sexuales para chicas solas, parejas y usables por gente de todas las edades“.
Cada semana recibe una caja en su casa con todos los materiales a evaluar entre los que, asegura, hay productos geniales pero a veces también muy malos. A cambio de sus evaluaciones recibe unos 40.000 dólares por año. Este es su segundo año en este oficio.
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