
Al parecer, y según este estudio, las zonas del cerebro relacionadas con el placer se estimulan cuando presenciamos el dolor de aquellos a los que odiamos, y si ese sufrimiento es de las personas que queremos, podríamos llegar a sentir hasta empatía con ese dolor.
El estudio se ha llevado a cabo con judíos a los que se les mostraron vídeos con personajes antisemitas y de personas agradables que eran torturados mientras se les examinaba la actividad cerebral mediante una resonancia magnética.
Los resultados concluyeron que gracias a estas respuestas cerebrales se podría explicar el por qué del placer de la venganza.