Y eso es lo que le pasó a Daniel Bailey, aunque la cerveza en cuestión fue adquirida en un sumermercado británico, según informa el Daily Mail en su edición en internet.
La cerveza tenía un color raro y un sabor aún peor y todo era porque en su fondo había nada más y nada menos que 50 moscas muertas.
Daniel llevó la botella al supermercado donde la compró pero no obtuvo explicación ninguna.
Por su parte, Heineken (la empresa dueña de Foster’s) aseguró que todas sus cervezas están sometidas a un riguroso proceso de calidad y que abrirán una investigación por lo sucedido.
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