Carlos Vives El consentido de los dioses

Tota

Hace siete años, Carlos Vives, que era un famoso actor de telenovelas y un principiante cantante roquero, irrumpió en el marco de la música internacional como renovador del vallenato y la cumbia con el disco Clásicos de la Provincia.

La gota fría, una pegajosa tonada típica, se convirtió en himno de juventudes; y el acordeón acompañó a los bailadores en las discotecas.

Carlos Alberto para su familia, Charlie para sus músicos, el artista de 39 años no se detiene en su afán por escudriñar los aires viejos y los instrumentos genuinos.

En su cuarto disco compacto, El amor de mi tierra (EMI Latin), se lanzó a escribir nueve de los 11 temas, junto con su banda La Provincia. El CD recibó seis postulaciones al Grammy Latino, celebrada anoche en Los Angeles.

«Las nominaciones son un regalo maravilloso, no sueño con ganar, pero lo veo como el resultado de haber abierto un espacio a nuestra música«, explica Vives. «Nunca he soñado con muchas de las cosas que me han pasado, trato de trabajar y hacerlo lo mejor posible en esto que hemos encontrado, nuestra música local; y siempre es una sorpresa el éxito de nuestra música«.

Oriundo de la histórica Santa Marta, en la costa caribeña (e instalado recientemente en Miami con su familia), Vives reconoce la relación entre su música y la cubana, dominicana y puertorriqueña.

«Hemos proyectado en los medios al vallenato y la cumbia, pero siempre hemos sentido que formamos parte de una familia latinoamericana; eso es lo más claro que he tenido. El merengue, el son, la salsa, la soca son de la misma familia que el vallenato y la cumbia«.

Por tanto, encuentra que su función más importante ha sido «abrir espacio en los medios a esa proyección caribeña«.

La búsqueda de Vives y su banda La Provincia, integrada por amigos de la infancia, parte de la cumbia, que engendró al vallenato, y va al encuentro de la riqueza y variedad de los ritmos colombianos.

«Cada vez que redescubrimos algo nos emociona mucho y no queremos dejarlo fuera«, comenta. «Nos dejamos llevar por la felicidad de descubrir, inventar, mezclar cositas. Eso es muy saludable«.

El amor de mi tierra, cuyos primeros sencillos (Fruta fresa y Amor eterno) ocuparon los primeros lugares en las listas de popularidad, se grabó aquí, en los estudios Crescent Moon, producido por Emilio Estefan y Juan Vicente Zambrano.

Según Vives, la influencia de Zambrano y el músico venezolano Archie Peña (integrante de Miami Sound Machine) hizo que se incluyera en el disco la percusión de la gaita venezolana.

«Conocí a Archie en el estudio. Estaba allí con todos sus tambores tocando, y le pedimos que nos grabara algo«, dice Vives. «Todo fue así, sin planificarlo«.

Lo fortuito parece haber estado muy presente en esa grabación que al artista se le antoja «de un espíritu muy especial«.

Uno de los mejores ejemplos es la forma en que se incluyó el tema 19 de noviembre, escrito por Vives, Estefan y Angie Chirino (hija de Willy Chirino).

«Estaba grabando, pero entré un momento en la oficina de Emilio a decirle algo«, recuerda el cantante. «El estaba haciendo una canción con Angie. Creí que estaban tratando de hacer un porro, una música que tenemos en el Caribe colombiano que yo siento como hija de la cumbia, más bailable y más alegre que la cumbia. Terminé involucrado en la canción y la llevamos al estudio a grabarla en mi disco«.

EMI Latin ha unificado la discografía de Vives al reeditar bajo el mismo sello sus primeros discos con la desaparecida disquera Polygram, Clásicos de la Provincia y La tierra del olvido; además de Tengo fe, producido por la pequeña compañía que tiene Vives en Colombia.

Además de esa empresa, el cantante cuenta con un equipo de trabajo que produce programas de televisión en su país y aspira a realizar otros en cadenas internacionales.

La carrera de actor ha quedado en suspenso. Quince años de trabajo actoral en Bogotá y Puerto Rico; y sus 14 telenovelas, dieron paso al encuentro con la música, que no era precisamente aquella con que inició su incursión en el rock de los 80. Pero ese encuentro con el folclore tuvo que ver con su trabajo de actor.

Ocurrió en 1991 cuando filmaba para Caracol TV una teleserie sobre la vida del compositor Rafael Escalona.

De esa forma conoció y cantó el repertorio de este importante folclorista y su vida profesional cambió.

«La actuación me ayudó a encontrarme musicalmente«, dice. «Fue una sorpresa encontrar un proyecto local que no sonaba, con una proyección más allá de las fronteras«.

Después de residir durante los últimos dos años en Puerto Rico con su esposa boricua, Herlinda, y sus dos hijos, Carlos Enrique, de 8 años, y Lucía, de 4, la familia se ha mudado definitivamente a Miami, donde ya el artista pasaba largas temporadas en plan de trabajo.

«Aquí he encontrado mucho de mi identidad«, confiesa Vives. «Miami se ha convertido en la capital del trópico norteamericano y es representativo de los latinos. El cubano es culpable de que nos sintamos bien aquí«.

Su vida es simple y exenta de glamour. Creación, trabajo y viajes; y tiempo para pasar con su familia. El artista resume fácilmente su proceder: «He buscado siempre en lo que he hecho ser lo más verdadero posible y lo más útil. Lo que el mundo necesita es ciudadanos útiles«.