Desde Colombia…un regalo de ritmo y sabor

Tota

¡POR FIN llegó el momento! Luego de un repentino cambio de fecha, el pasado domingo en la noche se presentó en el Estadio Hiram Bithorn el tan esperado espectáculo de Carlos Vives.

La apertura del espectáculo, a cargo del cubano Danny Rojo, preparó al público para lo que prometía ser una noche llena de baile y alegría. Aunque con algunos problemas técnicos al inicio de su presentación, el joven salsero interpretó algunos temas como Estás bien buena, Coco Chanel y La especulación.

Un poco más tarde, a las 8:30 p.m., la música se comenzó a escuchar nuevamente, pero esta vez para dar paso a la estrella de la noche. Con una vestimenta tan cómoda como unos mahones cortos, una camisa sin manga y unas chancletas, apareció sobre el escenario un Carlos Vives dando saltos e invitando al público a bailar junto a él.

Una vez finalizado Pa Maite, tema con el que abrió su parte, Carlos saludó a su fanaticada y agradeció su presencia. «Somos La Provincia. Nuestra música nace del corazón de nuestro pueblo. Vinimos a bailar, ustedes me lo prometieron´´, expresó el artista para continuar luego con temas como Hamaca grande, Cantor de Fonseca, 19 de noviembre y Tu amor eterno, entre otros.

Seguido de éste, el maestro del vallenato Eguidio Cuadrado, interpretó un solo de acordeón que sirvió de preámbulo para el tema Pitán, Pitán. Esta canción, en la que Vives demostró su habilidad en el fútbol, fue dedicada a todos los deportistas puertorriqueños.

Sin duda alguna, uno de los momentos de mayor euforia entre los miles de fanáticos, fue cuando el artista intercambió con el público varias estrofas, algo improvisadas, en las que integró la frase «No le tiren bombas a Vieques´´.

«Amo a Puerto Rico y a su música. Lo que ustedes escuchan aquí en Navidad, yo lo escucho todos los días. He aprendido muchísimo de la música puertorriqueña. Esta próxima canción, que sé a ustedes les encanta, tiene mucho de aquí´´, explicó el joven colombiano para dar paso a la interpretación de su éxito Fruta fresca.
Con dicho tema, el cual su fanaticada también cantó de principio a fin, se despidió Carlos de un público que, aparentemente, se negaba a terminar esta fiesta musical llena de baile, ritmo y sabor caribeño.

Transcurridos algunos minutos, reapareció sobre el escenario un Carlos Vives aún lleno de energía y dispuesto a complacer a todos los presentes con más de su música. La Cartera, canción que dedicó a los niños, Alicia adorada y La tierra del olvido completaron dos horas de una presentación que, definitivamnete el público disfrutó de principio a fin.

En términos generales fue una producción sencilla. El joven colombiano contó con muy pocos elementos en tarima, pero sí los necesarios para mantener a un estadio casi lleno, cantando y bailando por mucho tiempo.
Vives, quien se mostró muy identificado con Puerto Rico, supo mantener un excelente contacto con el público a través de su sentido del humor, su contagiosa música y sus muestras de cariño y agradecimiento.

La noche del pasado domingo será recordada por muchos, especialmente por aquellos que no estaban tan familiarizados con la propuesta musical tan singular, con raíces tan similares a la nuestra y con la cual este talentoso colombiano le ha dado la vuelta al mundo.

Pero más aún, será recordada como una noche en la cual las banderas de Colombia y Puerto Rico se volvieron una para expresar muchas de las tradiciones y evidenciar la identidad cultural que poseemos los latinos.