
Palmieri insiste en que tanto el comunismo como el capitalismo son culpables de la muerte de lo que el denomina “el ritmo más increíble que se inventó alguna vez”.
Si esto lo dijera alguien que no fuera Palmieri (que ganó cinco premios Grammy, fue colaborador de Paul Simon en el álbum “Rhythm of the Saints”, y cuyo trabajo fue grabado para la posteridad por la Smithsonian Institution) esa crítica podría interpretarse como un sermón infundado.
Palmieri hizo estas declaraciones durante una entrevista para la promoción de su último álbum para RMM Records, “Master Piece/ Obra Maestra”, un proyecto conjunto con el fallecido maestro de los timbales Tito Puente que se editó para las tiendas de música el 18 de julio.
El disco de 12 temas presenta a artistas invitados como Michael Stuart, Oscar D´Leon y Jerry Medina. }
Pero Palmieri afirmó que es su propio talento combinado con el de Puente (y su devoción hacia la música de raíces cubanas conocida colectivamente como salsa) lo que hace que este trabajo sea la antítesis de todo lo que anda mal con la salsa en la actualidad.
“La industria discográfica está conducida por ignorantes de la música”, dijo Palmieri.
“Está reinando la mediocridad, y este CD pone fin a eso”.
Pero primero, Palmieri acusa a Castro de destruir la salsa como forma de arte. Afirma que las bandas cubanas contemporáneas como Los Van Van, NG La Banda e Irakere (que quedan reducidas a clichés revolucionarios por el régimen totalitario) no tienen brillo en comparación con sus antecesoras precastristas, como Orquesta Sonora Matancera, que se hizo famosa en los años 50 tocando con Celia Cruz.
“Todo lo de la época de Batista o anterior a ésta se consideraba tabú”, afirmó Palmieri, refiriéndose a Fulgencio Batista, el gobernante cubano derrocado por el movimiento rebelde de Castro. “Perdieron 40 años con Castro. Ahora están haciendo la “salsa monga”.
Le quitaron la tensión y la resistencia a las composiciones, y se perdió todo el clímax”.
Palmieri dijo que aun los artistas cubanos más destacados como Arturo Sandoval y Chucho Valdés, que tocaron con Irakere antes de irse a Estados Unidos, no tienen nada que ver con sus ancestros musicales.
“Van a hacer una película sobre Arturo Sandoval”, dijo. “No comprenden la música de alguien como Tito Puente, no pueden competir con las bandas cubanas del pasado”.
Después, Palmieri comenzó sus críticas contra la industria discográfica de Miami: “La música latina que sale de Miami tiene ahora la categoría de Muzak”.
El motivo es que la industria está poniendo énfasis en jóvenes artistas que se adaptan al mercado.
“Todo suena igual, porque estos jóvenes cantantes no tienen preparación y las compañías discográficas trabajan con los mismos arreglistas, y les piden: “Haz algo simple y estúpido” … Actualmente los jóvenes andan por la suya y no se hablan con su banda. Por eso suenan como suenan. No trabajan como una familia, como un equipo de béisbol”.
Palmieri afirmó que el pico de Fania Records de principios de los 70 (que muchos de los más ardientes partidarios del género consideraron la era dorada de la salsa) se destacó porque el sello puso énfasis en la musicalidad, y produjo ídolos como el bongocero Roberto Roena, el trompetista Willie Colón y el pianista Larry Harlow.
“Hoy, si uno es un percusionista comercial, tiene que tomar Pepto Bismal en la mañana por lo que hizo la noche anterior”, dijo Palmieri. “Porque no hizo más que acompañar a un cantante. El ritmo fue algo secundario”.
Palmieri afirma que la línea creativa del sello Fania tiene sus raíces en la salsa cubana que tanto le obsesiona. Afirmó que uno de los fundadores de Fania, Johnny Pacheco, famoso por sus solos de flauta, creó un nuevo sonido en la misma línea de La Matancera y otras grandes bandas de la Cuba precastrista. Pacheco se unió a Celia Cruz en la “imitación” de ese sonido en sus primeros discos. “Por eso tuvo un éxito tan tremendo”, dijo.
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