El fresco sabor de Carlos Vives

Tota

MIAMI – El amor por su tierra no hay quien lo ponga en duda. Así lo demostró una vez más el cantautor colombiano Carlos Vives, quien se presentó en concierto en una llena Miami Arena.

Para Vives, la parada en Miami fue parte de una gira por América y España para promocionar su más reciente álbum, El amor de mi tierra, que se suponía que lo llevara a Puerto Rico al día siguiente de su presentación aquí, pero que ahora tendrá lugar el domingo próximo en el estadio Hiram Bithorn.

Junto a sus compañeros de la banda La Provincia, el principal propulsor del vallenato a nivel internacional ofreció un espectáculo de dos horas que lo mostró revigorizado y dinámico sobre la escena.

Esto después de una semana en la que enfrentó serios problemas con su salud, adquiriendo una bronconeumonía en España que por poco lo obliga a cancelar presentaciones; perdiendo algunos de los instrumentos de su banda, y presentándose con la voz ronca en la primera edición de la entrega de los premios Grammy Latino en Los Angeles. De hecho, Vives obtuvo seis postulaciones en la premiación, pero se fue a casa con las manos vacías.

Esa, sin duda, no fue la experiencia que vivieron Vives y los miles de fanáticos, muchos de ellos colombianos, que se dieron cita para reencontrarse con el sonido bullanguero de una Colombia caliente y tropical, creadora, además del vallenato, de la cumbia, el porro y otros ritmos que combinan la nostalgia con el espíritu de carnaval.

Con su característica melena ensortijada, portando chancletas, shorts de mahón (sus característicos «mochos») y una camisa azul clara sin mangas, Vives irrumpió en la tarima dando brincos e interpretando su éxito Pa` Mayté. Los sonidos del valle colombiano luego se transportaron a Miami con La hamaca grande y los dedos mágicos del acordeonista de La Provincia.

Acordeón, guitarras, guacharaca (la versión colombiana del güiro), congas, teclados y flauta acompañan a Vives en su misión de llevar la música de su tierra a todo el mundo. El antiguo actor de telenovelas, que comenzó su carrera musical cantando rock/pop, encontró fama y fortuna dando a conocer los géneros autóctonos de Colombia a escala internacional, con el disco Clásicos de la provincia. En cada canción que interpreta Vives, el mensaje es claro: la violencia estará estrangulando a su país, pero su gente sigue siendo alegre.

Quien busque en una presentación de este artista un complicado despliegue de luces, sonidos estrambóticos, efectos especiales (fuego, levitación, etc.), cambios continuos de vestuario, o algún tipo de coreografía, saldrá decepcionado. Quien quiera dar rienda suelta a su espíritu rumbero, al son de letras inteligentes y hermosas, ha encontrado en Vives a su consentido.

En inagotable demostración de energía, ya fuera tocando la guitarra o corriendo el escenario de esquina a esquina para saludar al público, Vives no se mostró para nada enfermo ni apagado al cantar Cañaguatera, Cantor de Fonseca, 19 de noviembre (tema ahora pegado en Puerto Rico), Tu amor eterno y La mona.
La pegajosa Pitán pitán (llamada así, pues se refiere al sonido onomatopéyico del golpe de tambor que se toca en el estadio de la ciudad colombiana de Santa Marta, de donde es el artista), dio paso a la cumbia La puya puyá, interpretada por el maestro del acordeón de la banda.

Sólo entonces Vives salió de escena y descansó la voz.

Regresó guitarra en mano, esta vez con una camisa gris de manga corta y un pañuelo en la cabeza, para cantar El amor de mi tierra. Tras esto se hizo acompañar del público con el tema La piragua, probablemente una de las mejores interpretaciones de la noche.

Vives dio más participación al entusiasmado público -que para nada pareció incomodarse con la ya típicamente pobre acústica de la Miami Arena- al pedirle que fuera su coro en La maestranza, en la que hizo gala de sus dotes como improvisador.

A ese tema siguió el que durante toda la noche se pudo escuchar como clamor por parte de sus fans, La gota fría, clásico que lo lanzó al estrellato a nivel musical.

Curiosamente, su interpretación, aunque efectiva, no electrizó tanto como era de esperarse. Pero Vives rápidamente subió el termómetro de la emoción al seguir con su más reciente éxito, Fruta fresca. El cantante, que durante la noche se mostró continuamente amigable con el público (aceptando unas flores, pateando una bola de soccer y regalándola a un afortunado capaz de atraparla), sacó la bandera de Colombia mientras cantaba y apeló a los sentimientos de su pueblo.

Vives se despidió brevemente para pronto volver con: La cartera, Alicia adorada y La tierra del olvido. Vives no olvidó para nada de dónde vino y hacia dónde va, y demostró que, aun viviendo en Miami, como superestrella de la canción, no se recuesta sobre sus laureles. Su fruta es fresca, y no concentrada.