La música cubana se vistió de lujo

Tota
NUEVA YORK – Con la presentación de la Orquesta Aragón en el Carnegie Hall de Nueva York, la música tradicional cubana abandonó el denominador de «salsa» para recuperar su verdadero nombre, dentro de un programa que llenó mucho mas de las expectativas.

La emoción estaba en el ambiente, no a menudo esta agrupación con mas de sesenta años en el mercado, brinda la oportunidad a un público, fiel y admirador de disfrutar de su música aquí en Nueva York. Pero para los cubanos, allí reunidos que eran muchos, la dicha de recordar un pasado, de revivir momentos importantes de la vida, no tuvo precio. Y es que la Orquesta Aragón, mantiene viva la tradición a través de los mismos arreglos musicales con los que se comenzó allá por los años treinta en Cienfuegos.

El acoplamiento que existe entre los músicos es sin duda una de las claves del éxito, porque lo importante es hacer música de la buena. A la Orquesta Aragón se le atribuye el nacimiento del cha cha cha que al matizarlo con el suave danzón lograron su propia identidad.
El repertorio que escogieron fue variado paseándose por casi todos los ritmos populares de Cuba. Desde el son montuno, el danzón, la guaracha, el guaguancó, hasta la rumba y por supuesto el cha cha cha. Mencionar que la flauta de Eduardo Rubio destacó mas que los violines de Dagoberto González, Rafael Lay Bravo (el director) y Lázaro Dagoberto González y que estos fueron mejor que los timbales de Inocente Alvarez adornados con el solo de baile que fue espectacular y puso al publico de pie, sería injusto.

Es difícil imaginar a la Orquesta Aragón con un músico de menos. Ellos son justos los que tienen que ser. Aunque manteniendo primordialmente la mas pura tradición, actualmente hay sangre joven, y eso es importante, porque así aseguran el futuro de La Orquesta Aragón, músicos por excelencia.

La música no tiene fronteras, al menos así debería de ser, y aparte de ideales políticos, como cubana, me siento mas que satisfecha de compartir tierra con estos artistas que van por el mundo alegrando vidas. La segunda parte del espectáculo, estuvo a cargo de Ruben Blades y Editus. Todos nos preguntábamos Que podrá hacer Blades después de esto? La respuesta, no tardó en llegar.

Tres de los músicos de Editus, hicieron un solo, y a los pocos minutos el resto de la agrupación apareció en el escenario acompañados por Ruben Blades, quien dedicó su presentación con un gran respeto al recién desaparecido Tito Puente.

Blades dijo que no iba a hablar mucho porque el tiempo que quedaba lo quería aprovechar cantando, y dio comienzo pero antes, tuvo palabras de elogio para los músicos cubanos «La buena música es para siempre» y comenzó el programa con «Juan Pachanga».

Hizo un aparte, para elogiar el talento de sus músicos «Al igual que un día Willie Colón y Ray Barreto me dieron una oportunidad a mi, hoy yo se las doy a estos músicos que son muy buenos y vienen de Costa Rica» – luego continuó con su espectáculo con «Camaleón» una canción que habla sobre la envidia detrás de una sonrisa. El público no solo aplaudía cada canción sino que la reconocía. – Llegó el turno a «Amor y Control» un tema que exalta la solidaridad de la familia, y al finalizar, después de largos aplausos del público, dijo: «ya veo que reconocen lo que estoy cantando, así que voy a cambiar el programa» y comenzó a interpretar «Canto a la Madre» una canción que escribió a su madre cuando se encontraba enferma de muerte. -«donde yo vaya, tu estas y donde estés, estaré y cuando mueras, también un poco moriré», Blades siempre se ha identificado por sus letras en su mayoría situaciones de la vida y experiencias propias.

Su participación, fue excelente, a la altura de un gran profesional, un músico y cantante que ha puesto se su sello personalisimo en lo que hace. No hay duda de que esta presentación de JVC Jazz Festival, fue inolvidable para todos los hispanoamericanos presentes en la sala del Carnegie Hall, y con gusto hay destacar, que cada día son mas y mas los norteamericanos que aprecian nuestras raíces musicales.