En una noche de luna llena, donde el público acudió desde temprano al llamado de la salsa, la clave fue dueña y señora desde el mismo momento “del saque”.
Y como si de un reñido partido deportivo se tratara, los salseros hicieron suya la experiencia de un encuentro donde se prueban el ingenio y el dominio de la improvisación en la salsa que debe tener un verdadero sonero.
Así, en un ambiente festivo, Duelo al anochecer se inició con casi 45 minutos de retraso. A casa llena y con boletos totalmente agotados, la masa humana que se apiñó en las gradas y pista central del Tito Puente no dejó espacio ni siquiera para las parejas de baile. Una orquesta de primera, dirigida con maestría y precisión por el maestro Elías Lopés, sentó entonces la sentencia de lo que sería el encuentro escénico de cuatro primerísimas figuras del género afroantillano.
Y con la presentación de Rafael de Jesús, como preámbulo, se marcó el inicio del esperado encuentro entre Lalo Rodríguez, José Alberto “El Canario”, Cano Estremera y Domingo Quiñones.
Lalo, mejor conocido en el ambiente como “El cantor de los cantores”, subió entonces a la tarima para revivir los laudos de su internacional Ven, devórame otra vez.
El intérprete, que en la década del 80 se convirtió en el primer salsero puertorriqueño en ganar un Disco de Oro en España, rompió el hielo al grito de guerra: “El que tenga miedo que se quite”.
Y a renglón seguido marcó con esta interpretación su mejor y único gran momento de la noche.
Posteriormente, José Alberto “El canario”, abrió su segmento con su interpretación de El as de ruma.
Pero fue a raíz del número La paella, acompañado al piano por el maestro Isidro Infante, que el cantor dominicano entró en calor y hasta descargó con su particular silvido, simulando el canto del ave que lo distingue en su epíteto.
Ya cercana las 10 de la noche, Cano Estremera hizo acto de presencia en la tarima del Tito Puente. El llamado “Alcalde de Barrio Obrero” que a su vez es reconocido como “El dueño del soneo” fue recibido calurosamente por los salseros presentes. Antes de comenzar su interpretación, Cano recordó a figuras como Pete “El Conde” Rodríguez, Frankie Hernández, Yayo El Indio, Maelo y Frankie Ruiz, bridándoles junto al público un minuto de aplausos. Y luego del homenaje póstumo, marcó el golpe de salida con el consabido grito de: Vamos pa´l mambo.
Y Cano salió al encuentro con El toro agarrao por los cuernos. “El dueño del soneo” tiene indiscutiblemente un dominio del decir pueblerino que lo hace grande en cualquier liga. Ciertamente en cada línea que cantó su voz se proyectaba potente y clara.
Y su interpretación musical sólo podía ser producto de un cantante que se siente más que seguro de lo que está haciendo. De hecho, en su actuación no hubo titubeos. Y de manera astuta fue delineando los dardos que ya tenía guardados para sus adversarios en el soneo.
Al buen momento de Cano le siguió la aparición triunfadora de Domingo Quiñones sobre el escenario. En su carta de presentación “El más que canta” fue puro ritmo y soneo al son de su cadenciosa interpretación de Salsumba.
Y ni el aguacero torrencial que cayó sobre la multitud, acompañado por una fuerte ventolera, pudo lograr que los salseros se movieran de las gradas durante su excelente participación que completó con No voy a dejarte ir.
Con la mira puesta en los soneos, entonces se dieron los encuentros por pareja un tanto medidos.
Para Lalo y Domingo el tema central fue Bandera, aventajando el último por la milla clásica al una vez intérprete de la orquesta de Eddie Palmieri.
De hecho, en un momento dado los argumentos de Rodríguez fueron bajando de nivel, en temática y en gestos, a lo que Domingo supo contestarle: “Te sigues perdiendo en tu propia cafrería”.
Posteriormente, la noche dio paso al encuentro de José Alberto con el Cano Estremera. El último, mucho más agil en el soneo, siguió un buen patrón en la rítmica y superó por mucho las casi inexistentes rimas de su adversario.
Pero, “El Canario” que se defendió como buen obrero del género, aprovechó sus momentos para echarle leña al fuego, advirtiendo que la batalla no era con él, sino con “El más que canta”. Y al final el momento esperado se dio con el encuentro de los cuatro soneros en el escenario.
En un marco de amistad y camadería, fue inevitable que se asomara momentáneamente el sentido de la competencia y la rivalidad. Los salseros fueron aplaudiendo por bandos las repuestas que entre soneos se ofrecieron Domingo y Cano Estremera. Ciertamente las expectativas de la noche estaban entre cifradas entre ambos. Y para no defraudar al público presente, los dardos fluyeron de lado y lado.
Mas en este duelo donde todos los escenarios estaban prácticamente controlados, la sangre no llegó al río.
Si bien Estremera mostró su innegable chispa, agilidad y espontaneidad para responder a cualquier tema, Quiñones fue cátedra en la profundidad de sus respuestas.
De esta forma, Domingo probó que para sonear hay que ir más allá del mero dominio del género, para también saber brindar sustancia y conciencia al que lo escucha.
Así la noche concluyó con el veredicto del público por aclamación. A preguntas de Nelson Galán, maestro de ceremonia, de quién era el rey del soneo, la respuesta no se hizo esperar con la proclamación a coro de “Domingo, Domingo” por parte de cientos de salseros que aplaudieron la ejecución del cantante y actor. Con esa victoria simbólica cerró entonces este Duelo al anochecer que realizaron Leo Tizol y Chiqui Buxeda para Tropimusic Entertainment.
Fue una actividad encomiable que bien reafirma el compromiso del público salsero con este género que tanta gloria le ha dado a Puerto Rico. Y con el reconocimiento a esta iniciativa respaldada por Z 93, va también el aplauso a Le Hardy Sound en el sonido, Néstor Galán en la animación, Rafael de Jesús y Henry Santiago por sus actuaciones musicales, y la excelentísima labor de la orquesta dirigida por el maestro Elías Lopés.
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