Dos Soneros en Nueva York

Tota

Más de un escalofrío recorrerá mañana las espaldas de los salseros Gilberto Santa Rosa y Víctor Manuelle, cuando aparezcan juntos por primera vez en el Madison Square Garden ante unas 15,000 personas.

Y es que no importa los más de 30 años de experiencia que ambos acumulan en el mundo de la salsa, «los nervios y la ansiedad dan siempre», afirman los soneros al unísono.Los cantantes puertorriqueños presentan su concierto Dos Soneros… Una historia, un espectáculo que reúne a dos de los máximos intérpretes de dos generaciones musicales, pero más que todo consolida una amistad.Víctor Manuelle aclara que la historia entre Santa Rosa y él es real, y que no es «que quieran vender el concierto como lo más sentimental del mundo».»Nosotros compartimos la misma oficina.

Desayunamos juntos, almorzamos juntos, voy a casa de Gilberto a ver televisión y Gilberto va a la mía y mi mamá cocina. Es una amistad real», apunta el joven sonero.Santa Rosa, de 38 años, y Víctor Manuelle, de 30, se conocieron en un baile de graduación en Puerto Rico.Ambos viven por y para la música, y son tajantes al afirmar que el mundo sin música sería un pedazo de tierra bien aburrido. «La música es el alma de todo, es el oficio que puedo hacer en todas las partes del mundo», explica Víctor Manuelle.

Ambos nacieron con voces musicales, pero aseguran que si Dios no les hubiese dado la voz para cantar, igual se hubiesen dedicado «a cantar, a cantar mal».»Si no hubiera sido cantante hubiera sido un mal cualquier cosa. Un mal plomero, un mal médico, un mal abogado», dice Santa Rosa.

Y la verdad es que la carrera de Santa Rosa siempre giró en torno a la música. El comenzó su carrera musical cuando apenas era un muchacho y fue aprendiendo poco a poco de la mano de Manny Ruiz, Willy Rosario y el Gran Combo, entre otros.Su progreso como cantante de salsa romántica, que le valió el sobrenombre de «El Caballero de la Salsa», lo encaramó a la cima del género y le entregó la batuta para servir de enlace entre la vieja generación de soneros y la nueva.Y Santa Rosa asumió el papel, ayudando y promoviendo la música de los jóvenes. De hecho, Víctor Manuelle dice que no sabe «que habría sido de mí» sin la ayuda de Santa Rosa.»La ayuda de Gilberto me dio un empujón muy grande y tengo que agradecer eso, pero yo no me hubiese rendido si no hubiese sucedido. Eso se ha ido luchando porque es un sueño que tú tienes. Gracias a Dios se me hizo un poquito más fácil», dice Víctor Manuelle.

Ambos cantantes coinciden en que llegaron a la cima por su amor «al género, y que el camino no fue uno de rosas».Santa Rosa explica que la gente tiene «un estigma», y piensan que los artistas «viven en una nube, no pasan dificultades y ganan millones de dólares cada vez que aparecen por televisión».»Nos da dolor de estómago, tenemos alegrías, penas, problemas, discusiones, vacaciones y trabajo», especifica Santa Rosa.Pero mañana será un día de música y chistes, y el escalofrío de nervios les irá desapareciendo a medida que el público comience a entregarse a la salsa de estos soneros.